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—¡No!

No podía haberlo hecho.
Lolo.

Me desmorroné en ese mismo instante.

Se fue para siempre.

Agarro su collar con todas mis fuerzas sin poder creérmelo. Lo hizo, de verdad lo hizo, decidió dejarme sola, Lorena en verdad lo hizo.

Niego varias veces al ver el cuerpo delante de mí.

Me toco el pecho al sentir un dolor profundo atravesarme y se me escapa un largo y doloroso sollozo.
Doy un paso tratando de caminar hacia ella con mi mano aún agarrando mi pecho.

Entonces miro al techo, me da escalofríos verla más de cerca.
Miro sus ojos que hace un momento estaban con vida y ahora están más perdidos que nunca.

¿Por qué duele tanto?

¿Era este tipo de dolor que sentía Lorena?, puede que era algo similar.

Me recuesto en el frío y sucio piso de la habitación mirando al techo perdida en mis pensamientos mientras que mis lágrimas no dejaban de salir con cada pestañeo que daba.

—¡Val!

Escucho la voz de María tan lejos, mirar el techo era lo único que me hacía sentir tranquila en este momento, mirar a la nada y olvidarme de la realidad.

—Valentina...

María se pone en frente de mí y la ignoro.

—Vámonos —me obliga, pero detrás de ella ya estaba muerto el cuerpo de Lorena y ya no podía hacer nada.

—¡No! Quedémonos un poco más.  Déjame estar un rato más, por favor — la miro por unos segundos.

—Ella está... — se detiene.

Me agarra de los brazos intentando levantarme y me suelto de su agarre brusca. Me levanto sola y vuelvo a sentir ese vacío al ver el cuerpo guindado frente de mí, doy pasos lentos tratando se acercarme y paro en seco al sentir que María tira de mí.

—Déjame.

—No, no es sano para ti estar más aquí.

—Ja —suelto una risa amarga —. Es alguien cercana a mí.

—¡Pero ya está muerta! —grita y bajo mi mirada a sus manos que estaban rodeándome.

La aniquilo con la mirada y me esfuerzo en seguir caminando con ella aún sujeta a mí. Tiro mi brazo hacia en frente y ella me tira hacia atrás jalándome con ella.

La miro a los ojos sintiendo rabia y vuelvo a jalar mi brazo sin éxito.

—No entiendes... —la miro a ella y luego a Lorena —este es mi último momento con ella.

—No le vas a hablar a un muerto —me jala hacia su cuerpo —. Ya está muerta, ella lo decidió hacer. No quiero verte así, Val.

—Es que... —le trato de responder, pero no me salen las palabras.

Cierro los ojos y suspiro para ocultar las lágrimas que ya se estaban formando. Abro la boca para decirle algo y sólo me sale un sollozo al recordar el ambiente en el que estoy.

María me mira preocupada y agacho la cabeza sintiendo mis cálidas lágrimas bajar rápido por mis mejillas.

Trago saliva varias veces al percibir pinchazos en mi garganta y me toco el collar para sentirme más cerca de ella.

Giro mi cabeza ligeramente para mirar en su dirección, María me toma del mentón para devolver mi mirada a ella.

Sin avisarme me sujeta de la mano llevándome hacia la salida.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora