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Estoy parada frente a la puerta de María, ella no se encuentra en casa así que aprovecharé antes de que regrese.

—Mari... —acerco el celular a mi oído cuando responde.

—¿Qué sucede?

—Pensé que estarías en casa, estoy frente a tu puerta.

—No linda, ahorita estoy de compras, pero te puedo dar el código para que entres.

—Por favor.

—6391 —toco los números y sonrío cuando la puerta se abre con éxito.

—Gracias —entro y cierro la puerta detrás mío.

—Llegaré pronto.

—Te esperaré —le cuelgo.

Tárdate lo que tengas que tardas, Mari.

Saco mi computadora y verifico que sigan funcionando las cámaras. Debe haber algo aquí, ¿pero dónde?

Apago las luces y enciendo la luz ultravioleta que compré. Busco en toda la planta de abajo y no encuentro nada conveniente.

Subo las escaleras viendo mis movimientos desde la computadora.

Todas las cámaras funcionan a la perfección, entonces ¿por qué no sale nada sospechoso en ellas?

Entro a su cuarto y lo primero que hago es rebuscar en su tocador.

—Collares, pendientes, anillos... — suekto un suspiro —¡necesito algo relevante! —paso a revisar el otro cajón y encuentro algunos libros.

Nada. Compruebo de que tampoco haya nada escrito que mis ojos no llegan a ver, pero que la luz sí.

Vuelvo a cerrar el cajón y camino hasta su closet. No quería verme en una situación como ésta, pero lo tenía que hacer.

Vestidos, pantalones, camisas... María tenía de todo en este gran closet y aún así no usaba ni la mitad de lo que estaba aquí adentro.

Abro un cajón de la nada y lo cierro inmediatamente.

¿Eso es un p-pe... pene?

Carraspeo sin saber muy bien qué debería hacer o pensar de ahora en adelante. ¿Lo dejo pasar o reviso el cajón completo como hice con los otros?

—No tocaré eso... —miro el cajón como si hubiera una maldición dentro de ella.

《 ¿Y si las respuestas de todo están ahí dentro y solo puso esas cosas para que alguien dudara si revisarlo o no?》 me cuestiono.

No quiero hacerlo, pero lo tengo que hacer.

1... 2... 3.

Abro el cajón y quedo inmóvil al ver por completo todo lo que hay adentro.

—¡¿Qué se supone que es esto?! — levanto con miedo algo que tiene un pequeño agujero para meter lo que sea, y además tiene algo de tela negra en ella —¿para el dedo quizás? —escaneo mi cuerpo preguntándome dónde utilizan tal objeto. Mi mirada cae en mis pechos y me cuestiono por un momento —¿Es para el pezón?

Lo vuelvo a tirar junto al resto de cosas. Cojo un... lo que sea que es, es ovalado y rosado, la textura se siente como goma  en la parte de arriba, y es de metal.

Lo acerco a mi nariz con duda. Huele extraño, como a... el olor es difícil de describir, no creo que lo haya olido antes. Presiono el objeto un poco más fuerte y este empieza a vibrar, lo boto al suelo e intento apagarlo rápido.

—Es un vibrador, ¡¿QUÉ HE HECHO!? Santa María, ¡lo he olido! —devuelvo el objeto a su lugar con la intensión de no volver a abrir aquel cajón, ni mirarlo de reojo.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora