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No me sorprendí tanto al ver una carta debajo de mi puerta esta mañana.

Creo que el mismo desconocido me avisó de que iba a mandarme más.

La abro sin sentir que fuera algo a lo que tendría que temer, me empezaba a sentir normal con todas estas cosas extrañas que estaban ocurriendo a mi alrededor como si mi mente ya sabía que algo estaba pasando y me tenía que preparar, algo extrañamente raro que incluía a todos de mi alrededor.

Al parecer en mi registro de vida hubieran puesto de advertencia: No socializar con nadie.

Me gustaría decir que le hubiera hecho caso a mi madre, pero solo era una niña que sentía que no encajaba en ningún lugar y que todos la odiaban, acto de la actitud de ella.

Sólo quería saber qué era tener amigos, al menos no llegar a ese punto de que me consideraran uno, pero sí poder hablar o interactuar con aquellas personas.

Las cosas se ponían más difíciles con mi madre, sentía una repugnación profunda de tan sólo estar en mi propia casa, no sentía que era un hogar, era una cárcel para mí misma, me trataba como si fuera su sirviente, así me sentía, como una empleada que tenía que hacer las cosas que le mandaba a hacer su jefe para no meterse en problemas.

Eleanor no era una simple madre que mandaba a su hija a hacer su deber de limpiar la casa. No. No lo era.

Empiezo a leer la carta y frunzo el ceño al ver con qué comenzaba.

Inoubliable.

Envés de acercarte a mí, aléjate lo más que puedas.

Sé quien eres, pero tu no sabes quién soy yo. Conozco todo de ti, pero tu no sabes nada de mí.

Es una lástima que yo pueda observarte desde todos los ángulos, pero tú no a mí.

Te miro.
Te analizo.
Te carcomo y te penumbro.

Quedarás sin tu luz y sólo serás una débil y tenue energía sin fuerzas en la oscuridad.

Atentamente:

Una oleada fría recorre toda mi espalda haciéndome estremecer.

Tiro la carta hacia un lado y la observo aterrada.

Me observa...

Miro a todos lados alterada al tener la sensación de que alguien me está mirando. Mi mirada baja instantáneamente hacia mis manos y noto que estaba temblando, el sentimiento gélido no desaparece de mi cuerpo lo que me hace sentir demasiado angustiada.

¿Y si todo es verdad?

Aquel sueño...
Aquellos sentimientos de que no estoy sola...

Me limpio la frente al sentir una fría gota de sudor.

Esto es algo serio.

¿Por qué no hice nada desde el principio?

Si me vigila, sabe todo de mí, con quién socializo, a dónde me dirijo...

Debí tomar la primera carta como una alerta roja.

¿Qué pasó por mi mente al dejarlo pasar y no sentir temor de ello?

¿Debería contarle a alguien de esto?

No sé por qué siempre me doy cuenta de lo malo que se pone la situación cuando ocurre algo relativamente peor.

Puede que aquel desconocido ha entrado a mi casa mientras yo estoy en ella.

Envés de acercarte a mí, aléjate lo más que puedas.》Eso es lo que escribió.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora