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—¿Cómo que no me entiendes? Tú eres la que me tiene confundida —le apunto y se me escapa una risa amarga —. Si no me vas a decir las cosas a la cara, guárdatelo. No soy psíquica. No adivino qué cojones está pasando por tu mente ahora —la miro por última vez y empiezo a caminar a paso rápido hacia la salida alejándome de ella.

Ella no me entiende y yo tampoco a ella. Estamos empatadas. Su actitud cambia de la nada, ¿cómo quiere que procese eso? No soy tan detallista, no me fijo en esas cosas.

Estoy harta de todo esto.

—¡Valentina! —escucho sus pasos acercándose y acelero.

Mis talones dolían, el tacón me raspaba la piel con cada paso que daba. El ardor de esa zona no me permitía seguir a un paso apresurado.

Un frío viento golpea mi cara y se me pone la piel de punta.
Me gustaría calmarme y tener una charla "decente" como lo "adulta" que soy, pero no puedo. En situaciones así, no me puedo controlar, digo todo lo que pienso y me molesta. Lo odio. No quiero lastimar a nadie, me sentiría culpable de ver a una persona sufrir por mi culpa.

—¡Val! Cálmate por favor —María me detiene agarrándome de la muñeca haciendo que voltee hacia ella.

—¡¿Qué?! —me suelto de su agarre brusca y le apunto al pecho —Tú eres la que se enojó primero por algún motivo sin explicarme nada y, ¿ahora quieres que me calme cuando tú fuiste la que me hizo enojar?

—E-es que...

—¡¿Es que qué María?!

Voltea a ver a nuestro alrededor y suspira antes de hablar.

—Hablemos en el auto.

—No. Hablemos aquí suelto un gran suspiro y digo —: Dime qué es lo que te pasa. No voy a intervenir.

—Eso no... eso no es una buena idea— aprieta los labios y María suelta un "Mierda".

Piensa en unicornios, arcoíris y en el olor a canela, Valentina.
Reúno toda mi paciencia...《 que era muy poca》y le hablo a María como si en mi interior no estuviera ardiendo.

—Vamos —le insisto —, me estoy congelando aquí —me abrazo a mí misma y espero paciente por un par de milisegundos que se sintieron como minutos.

—No entiendo qué somos. No... —se detiene abruptamente y me mira directamente a los ojos, desvío la mirada para no encontrarme con la intensidad de sus ojos —no te entiendo a ti. No te expresas mucho y no sé en qué piensas, qué pasa por tu cerebro, qué sientes. Eso me frustra mucho.

—No veo el porqué si no eres yo —se me escapa y me callo enseguida al interrumpirla.

—Sólo digo que es difícil descifrarte. Eres como un... como un cubo de rubik. Intento descifrarte y lo hago, pero cuando sólo me falta una pieza de color para completar, vuelvo a perderte y me pierdo en un abismo de dudas. Siempre expreso mis sentimientos hacia ti, pero parece que no captas las cosas.

No entendía de qué hablaba, pero la escuchaba atentamente. Me ayudó mucho el hecho de no hablar por un momento, se me estaba pasando el enojo.

》Lo del auto... estábamos en una situación demasiado íntima —se me acelera un poco el corazón al recordarme de eso — y me alejaste de una manera que no me gustó. Entiendo que no querías que nos atraparan y estabas muy indecisa por lo que estábamos haciendo, pero me sentí despreciada por un instante y perdóname por siempre meterte en estos tipos de problemas —identifico el tono roto de su voz y eso me destruyó. Una acción tan simple como la mía, que no consideré que le podía marcar a alguien, lo hizo —. Unos meses atrás por lo de la fiesta, el día que Lorena falleció, hoy en el auto y... lo de hace un momento —el recuerdo de Lorena aún me dolía, me costó dejar de pensar en ella y María acaba de desenterrar su nombre de nuevo.

Viviendo En Mentiras ( EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora