Durante las siguientes dos semanas, las cosas entre Ian y Paloma tomaron un curso un poco diferente. A pesar de que se reunían todas las noches cuando él llegaba del trabajo y cenaban juntos, no habían vuelto a salir a caminar a la playa ni habían hablado de nada demasiado íntimo. Paloma pasaba mucho tiempo con Carmiña, Flavia y su grupo de amigos y solía salir con ellos a tomar una caipiriña en el bar que estaba en la playa o a hacer viajes turísticos sin pagar cada vez que el novio de Flavia las invitaba.
Sin embargo, los dos sentían la tensión entre ellos y a ambos les resultaba incómodo por momentos, por lo que aquel viernes, Paloma pensó que era momento de buscar un vuelo a España y dar por finiquitadas esas vacaciones que ya estaban resultando más largas de lo normal.
Cuando Ian regresó de su trabajo se encontró con Paloma sentada en el sofá. Se acercó hasta ella y la saludó con un beso en la mejilla, al hacerlo no pudo evitar ver que estaba en una página de viajes buscando vuelos.
—¿Cómo estás? —preguntó.
—Bien, ¿tú?
—Bien... ¿Qué haces? —inquirió y ella levantó la vista para mirarlo.
—Estaba escribiendo, pero entonces comencé a ver pasajes...
—¿Ya vas a regresar a casa?
—No lo sé, hay un pasaje a buen precio el miércoles —dijo y observó la laptop. Lo cierto era que no deseaba irse, pero quería que las cosas entre ellos fluyeran como al inicio y no sabía cómo lograrlo.
—Me gustaría que te quedaras más —mencionó él sin saber por qué. Ian no era de decir las cosas de manera impulsiva, pero había algo en Paloma que lo incitaba a hacerlo.
—Quería quedarme, pero no quería ser molestia. Me van a dar un adelanto por el nuevo trabajo que te había comentado, podría pagarte un alquiler y quedarme unas semanas más...
—No necesito que pagues nada, Paloma —dijo y se sentó a su lado.
—Puedo pagarlo...
—Lo sé, yo no he puesto en duda tu capacidad financiera —sonrió él y ella asintió.
Los dos quedaron en silencio por un rato.
—Las cosas entre nosotros están raras, Ian... y no sé si eso me agrada —admitió y jugueteó con el cable del cargador de su notebook.
—Lo sé, y a mí no me agrada —dijo él con claridad. Paloma suspiró.
—Has cambiado tu manera de verme, lo sé... Crees que no soy la misma chica de la que Mel te ha hablado tanto...
—Ey... ¿Qué sucede? —inquirió él mirándola—. ¿De dónde sacas esas ideas tan alocadas? —preguntó divertido.
—Es que... me has estado evitando...
—No, tú me has estado evitando a mí y yo he respetado el espacio que pareces necesitar —comentó él—. Escucha, yo no pienso nada de ti, sácate esa tontería de la cabeza... Y quiero aclarar una cosa, lo que más me ha gustado de esta aventura desde que has llegado es poder conocer a la verdadera Paloma, la chica de la que me han hablado tanto, pero a quien no conocía en realidad.
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Cuando las mariposas migran
RomancePaloma e Ian se conocen desde que ella tenía doce y él dieciocho, el padre de ella se ha casado con la hermana mayor de él, pero como él vive en el Brasil desde aquel entonces, nunca habían interactuado tanto más que en algunos eventos familiares en...