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Paloma salió de la habitación una vez que Ian se quedó dormido y marcó el número de su padre

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Paloma salió de la habitación una vez que Ian se quedó dormido y marcó el número de su padre.

—Paloma, ¿cómo estás? —la saludó.

—Papá, escucha, ¿está Mel contigo?

—No, hija, estoy en el consultorio —respondió él—. ¿Pasa algo?

—No quiero que le digas nada a Mel, ¿está bien?

—¿De qué se trata? —inquirió.

—Ian lleva tres días con fiebre muy alta, no quiere ir al hospital para que lo inspeccionen y no sé qué hacer, le baja un rato y le vuelve a subir, está muy cansado y no lo veo bien, papá, dime qué hacer.

—Paloma, debes llevarlo al médico —indicó—. ¿Qué otro síntoma ha tenido?

—El primer día ha vomitado un par de veces, tenía malestar general, pero eso ha pasado, ahora solo dice que le duele la cabeza, el cuerpo y está demasiado cansado.

—Bueno, lo llevas al hospital ahora mismo, ¿está bien? Y si no quiere ir le dices que llamarás a Camelia y se lo contarás —informó—. Avísame cuando sepas algo, porque no puedo ocultarle algo así, ya lo sabes.

—Lo sé, papá, gracias... Ahora veo cómo lo llevo —agregó antes de cortar.

Entonces aspiró hondo y trató de serenarse, luego ingresó a la habitación y lo despertó.

—Ian, despierta, vamos a ir al hospital.

—¿Mmm? ¿Qué? Te dije que no es necesario, pajarito —se quejó apenas.

—No te veo bien y no me gusta... Vamos, yo manejaré.

—Ni siquiera sabes a dónde ir —dijo levantándose pesadamente.

—Me dirás el nombre y pondré en el GPS. Ponte esto —dijo pasándole un pantalón de algodón que encontró en una silla al lado de la cama—, y esto —añadió pasándole una camiseta negra.

Esperó que él se terminara de vestir y buscara sus documentos y salieron con rumbo al hospital que él le había indicado.

Paloma estaba nerviosa, no conocía las calles y el tráfico era de locos, pero no era eso lo que la alteraba, sino que pudiera ser algo serio.

Una vez que llegaron, los atendió un médico de guardia que le preguntó una vez más los síntomas que había tenido. Le revisaron los signos vitales y le hicieron un análisis de sangre.

—Lo vamos a dejar en observación —explicó el médico—, vamos a esperar los resultados de los análisis y vamos a ponerle una vía para hidratarlo, porque está un poco deshidratado.

Paloma no comprendía bien lo que decía, pero Ian le traducía y ella asentía.

Un buen rato después, el resultado de los análisis arrojó que tenía Dengue. El médico les dio indicaciones y signos de alarma y los mandó de nuevo casa con algunos medicamentos, la orden de tomar mucho líquido y reposar.

Cuando las mariposas migranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora