Mi querida y amada, Palomita:
Me ha sido fácil escribirle cartas a todas las personas que amo y que han sido importantes en mi vida para poder despedirme de ellas, me ha sido fácil incluso escribir una carta para una mujer que aún no conozco, pero que sé que llegará para completar este hogar que ahora se rompe con mi partida, pero no me resulta fácil escribirte a ti, ¿y sabes por qué? Porque me gustaría nunca tener que despedirme de ti...
Eres lo más hermoso que he tenido en la vida, eres la definición del amor para mí. Primero, porque eres el resultado del amor que tu padre y yo nos hemos tenido, y me encanta saber que, aunque yo ya no esté en este mundo, tú sí estarás, y en ti Ferrán sabrá que algún día nos amamos tanto como para crearte tan perfecta, única, bella y mágica. Segundo, porque te amo como nunca he amado a nadie desde el mismo día en que me enteré de que estabas formándote en mí y sé que este amor es para siempre y que no terminará cuando acabe mi vida.
Pensé en escribirte una carta para cuando cumplieras los quince años, pero luego se me ocurrió que a lo mejor sería mejor que te la dieran cuando te hicieras mayor de edad. O a lo mejor podría ser una para cuando te graduaras, o quizá cuando te casaras, o cuando llegara tu primer hijo... Y pensar sobre cuál sería el momento justo para que te dieran esta carta se me hizo imposible de decidir y lo único que logré fue darme cuenta de lo mucho que me perderé una vez que me haya ido, y no creo que haya nada que me duela tanto como saber que no estaré a tu lado en tus momentos más importantes, que no seré yo quien te seque las lágrimas cuando estás triste o que te dé un abrazo cuando necesites contención, que no estaré a tu lado el día de tu boda o que no veré nacer a mis nietos, si es que alguna vez decides ser madre...
Y eso me dolió, me dolió más que la enfermedad, me dolió más que la perdida de mi propia vida, porque no sufro tanto por mí sino por ti, porque me imagino a una pequeña niña creciendo sin su madre y me duele la injusticia de la vida que no logro comprender... la soledad a la que te verás expuesta siendo tan pequeña.
Si por mí fuera, te escribiría una carta para cada momento de tus días por el resto de tu vida, pero eso no tiene ningún sentido, vivirías atada a un recuerdo de una persona que ya no está y no serías tu misma, no vivirías tu vida.
Por eso, luego de pensarlo mil veces, decidí que tu padre te diera esta carta cuando estuvieras enamorada. Pero no por un amor pasajero, sino cuando estuvieras frente a aquel que podría ser el verdadero. Porque ese es el momento que me gustaría imaginar, cierro mis ojos y te veo enamorada, con los ojitos felices de saber que eres el centro del universo de alguien más y que hay alguien que es el centro del universo para ti. Deseo, mi pequeña, que logres encontrar un amor tan grande y real como el que yo siento por Ferrán, un amor tan sublime que te ayude a ser mejor persona y a encontrarle a la vida el lado bueno a pesar de los miles de lados malos que a veces nos presenta.
Ahora eres solo una niña, una niña llena de luz que brilla y encandila a todo el que pasa a su lado. No sé en qué clase de mujer te convertirás, porque el dolor que estás a punto de sentir te va a transformar, eso lo sé, porque no hay nada que podamos hacer al respecto. Me encantaría, como madre, poder evitarte todas las caídas y sufrimientos, pero no puedo, nadie puede, la vida es así, un sube y baja de momentos buenos y momentos malos, y lo único que puedo desearte es que esos momentos malos sirvan de impulso para afrontar con entusiasmo los próximos buenos que vendrán, porque siempre llegan. Y sé que el dolor, aunque es horrible, nos curte la piel y el alma y nos hace más fuerte. Así que me gusta imaginar que esta niña dulce y luminosa, será una mujer cargada de energía y fortaleza, que tendrá un corazón noble que ha aprendido del sufrimiento, pero que se ha hecho fuerte para seguir con miras a sus sueños y a sus deseos. Anhelo, para ti, hija mía, que seas una mujer valiente, que no temas enfrentarte a los obstáculos que te pone la vida porque, aunque a veces parezcan insalvables, nada lo es, y todo pasa, hija... menos el amor.
Por eso, el día que encuentres a esa persona que te hace temblar el alma, no dudes en jugarte por ese amor, deseo que vivas algo tan hermoso como lo que tu padre y yo hemos vivido en cada etapa de nuestras vidas. No temas, Paloma, amar puede dar mucho miedo y yo lo sé, porque nos volvemos vulnerables ante la persona que amamos y eso nos hace sentir que perdemos el control, que podemos lastimar o que el otro nos puede lastimar. Sé que es lo que has visto en tu corta edad, porque has visto llorar a tu padre por mi enfermedad, porque me has visto llorar a mí porque los dejaré pronto, pero quisiera que sepas, que pase lo que pase, no cambiaría ni uno solo de nuestros momentos juntos, y que si volviera a vivir, los repetiría todos, incluso los dolorosos, porque me voy sabiendo que he amado y que he sido amada, y no hay nada mejor que eso, Paloma, porque lo único que nos llevamos al otro lado es el amor que recibimos y el amor que hemos dado.
Me encantaría poder decirte todo esto en persona, el día que llegues con los ojos enamorados y me digas: «Mamá, creo que estoy enamorada». Me gustaría mirar a los ojos a la persona que ha logrado ganarse tu corazón y colarse en tu alma y decirle ¡Gracias!, por verla, por respetarla, por quererla, por existir por y para ella. Me gustaría verte hacer locuras por amor y conocer a la persona que te hace reír y soñar, pero solo puedo imaginar, imaginarlo, imaginarte, y dejarte esta carta por si algo de lo que está aquí escrito te sirva en ese momento.
Yo sé que da miedo, amar da miedo, porque es como abrir un libro cuyo final no podrás saber si será o no feliz, pero tienes que saber que muchas veces el final es lo menos importante, hija. Y eso me lo planteo hoy aquí, en el borde del precipicio, a punto de encontrarme con el final de mi historia. No cambiaría nada de lo que he vivido incluso aunque he sufrido, porque hoy he descubierto que me importa más la historia que el final en sí. Es como un viaje, ¿sabes? Y a veces creemos que lo más importante del viaje es el destino, pero no es así, cariño, lo más importante de un viaje es disfrutar todo el camino. Y la vida es un viaje que un día terminará, y si la muerte es el destino final de todos, ¿por qué no disfrutar del camino?
Disfruta, Paloma. Ríe, ama, llora, sueña, canta, baila. Despéinate, grita, corre descalza sobre la arena, arrójate al agua helada de un lago, deja que el viento te acaricie la piel y observa la belleza de una flor o de un insecto. No pierdas tiempo, Paloma, nunca sabrás de cuánto tiempo dispones y en cualquier momento se puede acabar y lo que te quedará es todo lo que has vivido.
Ama, cariño, enloquécete por alguien que también enloquezca por ti y déjense llevar, vuelen juntos, sueñen, imaginen, planifiquen, lloren, y rían, caigan y levántense de nuevo.
Sé libre, Paloma, y la libertad solo te la da la felicidad de ser la persona que has elegido ser, aceptarte y amarte a ti misma con tus luces y tus sombras. No busques ser alguien que no eres, no intentes llenar expectativas de nadie, no dejes que tus temores te hagan presa.
Vive, Paloma. ¡Vive!
En algún rincón de tu corazón, yo siempre viviré en ti.
Te amo,
Mamá.
Cuando escribí esta carta me emocioné mucho, estoy ansiosa por saber qué piensan...
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Cuando las mariposas migran
Roman d'amourPaloma e Ian se conocen desde que ella tenía doce y él dieciocho, el padre de ella se ha casado con la hermana mayor de él, pero como él vive en el Brasil desde aquel entonces, nunca habían interactuado tanto más que en algunos eventos familiares en...