Se acercó a su hermanito y le pidió que los dejara un rato a solas.
—Estábamos jugando —se quejó el niño.
—Seguiremos, lo prometo —dijo Ian dándole una palmadita en la espalda.
Mateo fue al interior de la casa en busca de su abuela para que le diera un refresco.
Paloma miró a Ian.
—Ferrán lo descubrió porque vi la tortuga y comenté que te la había regalado —explicó—. Tú le dijiste que...
—Sé lo que le dije —susurró la muchacha—. Yo... ¿En serio crees que no te he elegido?
Él se encogió de hombros.
—Estoy un poco cansado de todo, Paloma... Han pasado meses y no me has escrito una sola palabra... Sé por Mel que estás bien, tu padre me ha dicho que has estado en terapia y todo eso... me alegro por ti, pero... te he echado de menos, Dios mío... no sabes cuánto...
—Yo a ti también —respondió ella.
—No se ha notado...
—Lo siento, Ian... tengo tantas cosas que decirte, tanto que explicarte... Decirte gracias, pedirte perdón...
—No me interesa nada de eso, al final son solo palabras... y cuando no estás, te las llevas... y tengo que verme yo con el silencio —susurró.
Paloma cerró los ojos y suspiró.
—Siento haberte dejado solo, sé que es lo que más te ha costado y...
—He aprendido a lidiar con eso... supongo que debo agradecértelo... —interrumpió. Ella asintió.
Entonces tomó todo el aire que podía en sus pulmones y comenzó a caminar en círculos alrededor de él.
—¿Qué demonios haces? —inquirió él confundido.
—El baile del cortejo, estoy eligiendo a mi palomo, me dijiste que así lo hacían las palomas, ¿no? —dijo ella y comenzó a correr en círculos.
—Eso lo hace el macho —dijo él con diversión cuando ella se detuvo en frente de él un poco mareada y la sujetó por la cintura.
—Soy una paloma feminista. ¿Por qué lo tiene que hacer el macho? ¿Por qué no puede hacerlo la hembra? ¡Estamos en el siglo XXI! —exclamó. Ian se echó a reír—. Se supone que si me aceptas debemos darnos piquitos... ¿Me aceptas? ¿Quieres ser mi palomo?
—Las palomas eligen a sus parejas de por vida, no son relaciones fugaces... Lo sabes...
—Lo sé, y es lo que quiero... Un nido contigo, vamos a crearlo juntos, juntaremos ramitas o lo que sea que buscan las palomas para hacer sus niditos, vamos a darnos piquitos... muchos —susurró ella—. No puedo ni quiero imaginarme una vida sin ti...
Ian la miró y sonrió, ella envolvió sus brazos alrededor de su cuello.
—¿Los piquitos? —preguntó Paloma.
—¿Aquí? Tu papá y Mel nos miran, tu papá ya estuvo bastante intenso todo el día...
—No me importa —respondió ella antes de juntar sus labios a los de él y fundirse en un beso tierno y dulce.
Paloma le acarició el cabello y él la abrazó atrayéndola más hacia él.
—Ahora es cuando la paloma deja que la monten —bromeó.
—No puedo hacer eso aquí, sería un escándalo —respondió divertida sin dejar de acariciarle el rostro—, pero te prometo que te compensaré más tarde... muero de ganas, lo sabes, ¿verdad? —Él asintió—. ¿Tú no?
—¿Qué te parece? —respondió él con diversión besándola de nuevo—. Te amo, pajarito.
—Y yo a ti, de verdad, te amo... Nunca lo dudé, Ian... lo sabes, es justo por eso por lo que hui.
—Lo sé... porque las mariposas migraron a tu corazón...
—Sí, y aquí están, como siempre, alteradas... Están en todo mi cuerpo en realidad.
—No las dejaré morir, lo prometo.
Entonces, ambos voltearon a mirar a Camelia y Ferrán.
—¿Vamos?
—Vamos...
Este cap correspondía al sábado, sé que es corto, pero me encanta jajaja imaginar a paloma haciendo el baile del cortejo me da risa. Mañana por San Valentín el capítulo final :)
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Cuando las mariposas migran
RomancePaloma e Ian se conocen desde que ella tenía doce y él dieciocho, el padre de ella se ha casado con la hermana mayor de él, pero como él vive en el Brasil desde aquel entonces, nunca habían interactuado tanto más que en algunos eventos familiares en...