Paloma acompañó a Cristina, la escritora cuyo libro iba a ser presentado a la sala donde se haría el evento. La mujer estaba emocionada y nerviosa y Paloma intentaba calmarla comentándole que su libro había sido un éxito tal cual lo habían esperado y que la sala estaría llena de gente.
—Me preocupan las preguntas, siempre me preocupan —dijo la mujer.
—No se preocupe, ya verá que podrá con todas... Recuerde que usted es quien más conoce la historia y a sus personajes.
La mujer asintió y unos minutos después la presentación del libro comenzó.
Era una historia de amor y dolor que Paloma recordaba bien, la había leído el año pasado y le había tocado profundamente. Se trataba de una mujer que perdía a su marido en un accidente de tren y de cómo superaba lentamente el duelo al tiempo que pasaba por diferentes etapas. Paloma lloró con ese libro, se empapó del dolor y la angustia de esa mujer que al inicio no podía levantarse de la cama. En el fondo, le ayudó a comprender el dolor de su padre y la llevó a aquellos recuerdos que en su cabeza se habían grabado diferente.
Recordó que fue allí cuando comprendió que todas las historias tienen varios puntos de vista, que lo que unos ven desde arriba, otros ven desde abajo o desde el costado, y que así cambiaba por completo el significado de lo sucedido. Los recuerdos que ella guardaba eran de niña, pero su padre había sufrido como esa protagonista, y leer ese libro le había ayudado a ponerse en sus zapatos y comprenderlo un poco más.
Durante el inicio de la presentación, estuvo atenta a los detalles del evento, le encantaba ponerse a trabajar porque así no pensaba en todos sus problemas y en lo mal que se sentía. Pero siempre llegaba la noche, y con ella el silencio, y con el silencio la ausencia de Ian, del mar, de sus caricias, de sus brazos.
Y con la ausencia el vacío.
Y el vacío la ahogaba.
Estaba en un callejón sin salida, la asfixiaban tanto sus temores a quedarse como el sufrimiento por haberse ido, y no sabía para donde tirar.
Las preguntas comenzaron y ella prestó atención, siempre le resultaba entretenido la manera en que los autores respondían a las preguntas de los lectores, consideraba que podía aprender mucho de ello.
Muchas personas preguntaron lo más común, en qué se inspiró para escribir esa historia, si acaso ella había vivido algo así, si pensaba escribir una segunda parte o si cuáles eran sus planes futuros o nuevos proyectos. Pero entonces, una muchacha pidió la palabra y el micrófono llegó a ella.
A Paloma le llamó la atención lo triste que se veía, sus ojos estaban perdidos y su cuerpo abatido, no había un ápice de energía en ella, parecía completamente derrotada, el micrófono incluso se veía como si fuera un peso que ella no sería capaz de sostener.
—Quería agradecerle, nada más —susurró apenas—, su libro me ayudó a hacer más llevadero el duelo por la muerte de mi novio. No tuvimos mucho tiempo para amarnos —dijo entre sollozos y Paloma sintió que se le apretaba el corazón porque el dolor de la muchacha era tangible—, eso es lo que más me duele... teníamos muchos planes, ¿sabe? Y se fueron todos con él... lo único que me queda es aquello que dice su personaje en los capítulos finales, que el amor que aún siento significa que fue real, que existió, que existimos... que en un periodo de tiempo fuimos... Y me encanta, ¿sabe? Su reflexión sobre el tiempo y el amor y las cosas que dejamos pasar pensando que serán eternas... Siempre lo pienso, ojalá hubiésemos tenido más tiempo.
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Cuando las mariposas migran
RomancePaloma e Ian se conocen desde que ella tenía doce y él dieciocho, el padre de ella se ha casado con la hermana mayor de él, pero como él vive en el Brasil desde aquel entonces, nunca habían interactuado tanto más que en algunos eventos familiares en...