Capítulo 9: Tirano

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El desayuno con la reina siempre era basto en recato y guardar apariencias. Adeline no se atrevía a atacar a nadie y el resto guardaba un grandioso silencio.

Era un breve momento de paz antes de la guerra, pero apreciado de igual manera.

El príncipe heredero no solía aparecer pero en esa ocasión fue anunciado, la mayoría sonrieron encantadas y solo cuatro nos tomamos unos segundos de más para ponernos de pie y saludar. Nos sentamos nuevamente a la orden del príncipe.

Tomé mi cuchara y la giré un par de veces sobre mi tazón.

- Me alegra tenerte esta mañana, Fred... Klaus.- La reina dijo con una sonrisa tensa hacía la reacción de su hijo.

¿Por qué se había interrumpido por llamarlo por su primer nombre? ¿Por qué se veía tan nerviosa por ello?

- Buenos días, madre.- El príncipe dijo con una corta sonrisa antes de levantar la mirada después de colocarse el pañuelo.- La costumbre, ¿No es así?

La reina dejó sus cubiertos y se recargó en la silla, parecía afectada.

- Para mi siempre ha sido un placer verte.- Dijo ella. El príncipe no contestó a su madre y en cambio procedió a comer. La tensión era casi palpable en el aire y solo la reina y su hijo parecían saber porque. - El desayuno de esta mañana fue organizado por la condesa Grette Hansen, es delicioso, ¿No lo crees?

Grette Hansen estudiaba gastronomía, tenía el título de condesa pero era joven con 22 años, ella sonrió complacida por las palabras de la reina, estaba sentada a lado de el príncipe, se acomodó el cabello color chocolate y lo miró antes de hablar.

- Me siento honrada por la presencia de su majestad.- Fue lo que dijo, como si fuera una completa coincidencia que el día que ella se encargara del desayuno usando sus mejores habilidades el príncipe apareciera. Él hizo una breve seña hacía ella de complicidad, como si no hubiera escuchado la clara petición en la cita que tuvieron hace tres días de ella para que él asistiera en este momento. Me había preguntado qué estaba tramando, pero era algo tan sencillo como esto y... le eché un breve vistazo al príncipe en cuestión, él había venido, así que era muy claro hacía donde se estaba inclinando la balanza.

La mayoría no parecía percatarse de todo el panorama, pero él no tardó en hacerles entender quién tenía más puntos.

- Ciertamente, sus habilidades son impresionantes, señorita Hansen. Sería fácil acostumbrarme a su cocina.- Dijo con tono de amabilidad.

Inmediatamente la cara de algunas participantes se volvió sombría, solo con unas cuantas palabras la puso en la mira de todas ellas. Los hombres eran lo suficientemente estúpidos como para no darse cuenta de que el exceso de favor frente a una mujer en una competencia de ellas termina siempre mal y la manera en que Grette sonrió con más nerviosismo que satisfacción confirmó que hasta ella lo sabía.

Sería fácil acostumbrarse... Solo esas tres palabras y todas sabíamos que ya la estaba considerando para un futuro dentro del palacio.

Sonreí hacía mi plato, el día de hoy parecía que pintaba mal para la señorita Hansen.

- ¿Hay algo divertido en la comida, señorita Collins? - La voz ahora fría del príncipe taladró mis oídos y maldije mentalmente antes de mirarlo, sus apariencia el día de hoy era todo pulcro y sin errores pero sus ojos me miraban con cierto grado de desprecio.

- No, su alteza. Solo disfrutaba del fragante sabor de la crema en mi paladar, sin duda es usted alguien de cualidades infinitas al saber reconocer la buena cocina de la señorita Hansen.- Mi tono era amable y lleno de miel innecesaria pero estaba tratando de evitar más problemas de los que ya tenía encima. Sobre todo con él.

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora