Edward
El apodo de Klaus dentro de las operaciones era el príncipe escarlata. ¿Por qué? Bastante sencillo, de alguna manera encontraba la forma de terminar cubierto de líquido escarlata: sangre. Su monstruosa fuerza y habilidades para asesinar bajo cualquier circunstancia o presión era un asunto que no se podía discutir. Tenía una disciplina absoluta en todos los aspectos de su vida y la mayoría de mis hombres que habían trabajado en conjunto con él se preguntaban absurdamente si era incluso humano. Era obvio que lo era, pero incluso a mi algunas veces se me olvidaba que el hombre que podía considerar un amigo tenía necesidades básicas.
Tal vez por eso me sorprendí tanto al colarme en su oficina y encontrar un bulto de características femeninas en su sofá cubierto hasta arriba con una sábana delgada, solo era posible ver el cabello negro de la chica en particular. Por un momento muy fugaz me recordó al cabello de mi hermana menor pero descarté la idea de inmediato. Angelique seguramente estaría babeando sobre las sábanas de su habitación, durmiendo sin pensar en patrullar o algo parecido.
Desvíe la mirada y me senté cómodamente en una de las sillas en su escritorio pero antes me tomé la molestia de abrir las ventanas. Tenía un olfato muy sensible y el olor dulce de la chica que obviamente estaba tomando una siesta después del sexo me hacía sentir incómodo.
Klaus me miraba con diversión y yo llevé mi mano hacía mi nariz discretamente.
- Puedo oler tus pecados.- Murmuré tomándole el pelo para no sentirme tan aprensivo.
Klaus emitió una corta risa.
- Diez minutos antes y habrías tenido algo más de que quejarte.- Contestó.- Avísame de tus visitas la próxima vez, para que no te lleves sorpresas desagradables
Asentí y la señalé con la barbilla.
- ¿Es una de las participantes? ¿La has elegido a ella? - Pregunté curioso. Klaus no solía tener amoríos y en general era grosero con las mujeres, tanto que me tocó consolar a más de una después de que la hiciera llorar.
Klaus tamborileó sus dedos en el escritorio antes de entornar los ojos en su dirección.
- Lo estoy considerando.- Contestó con seriedad.
- Ella estará encantada, supongo.- Murmuré sacando mi móvil y buscando lo que venía a enseñarle.
- ¿Lo estará? - Se preguntó a sí mismo crípticamente.- Creo que se negaría.
- ¿Y si se niega? ¿La dejaras ir? - Cuestioné curioso. Klaus siempre tenía un plan, incluso antes de hacer algo incuestionablemente impulsivo, terminaba teniendo un plan para ello y su rápida sonrisa me lo confirmó.
Después de todo, no dejaba de ser un príncipe, aunque a diferencia de cualquier niño mimado de familia rica, si Klaus quería algo lo conseguía él mismo. Casi sentí lástima por la chica, no tenía idea de la soga que se acababa de colocar en el cuello.
Klaus ya no parecía dispuesto a contestar y yo perdí el interés por el tema, así que comencé con el verdadero asunto que me había traído a verlo con prontitud, le mostré el vídeo de seguridad de la bodega donde tenía al último testigo rastreable en una de mis bodegas. Está vez no me había arriesgado a llevar a mis hombres, sospechando que alguno me había traicionado en la ocasión pasada y por eso mataron al otro involucrado, lo tomé solo y lo llevé para interrogar, pero yo no era el mejor para sacar información y se lo hice saber.
- Él estaba en una de las grabaciones del equipo de la cocina que estuvo en el evento donde tú hermano murió y recibió una semana después una cuantiosa cantidad a su cuenta, sabe algo pero se niega a hablar conmigo.- Le dije.
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Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)
RomanceSinopsis El negocio familiar se trataba de proteger. Entrenaron a Angelique para eso, así que no le sorprendió ser enviada a un pequeño pero rico país a proteger a un príncipe que creía era un mujeriego sin mucho cerebro. Todo se complica cuando el...