Capítulo 22: Eligiendolo a él

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Los reporteros no se hicieron esperar y pude ver a Michael haciendo de escudo para que no se aproximaran más de lo necesario, al verlo en problemas por lo que estaba sucediendo mi mente despejó mis ideas personales para convertirme en un elemento más de la seguridad del príncipe. Tomé a Klaus de la mano y lo comencé a alejar de la multitud aunque no podía evitar escuchar las preguntas que ellos hacían.

- Su alteza, ¿Ella es la elegida?

- ¿Tienen una relación?

- ¿Desde cuándo tienen una relación?

- ¿Cree que la señorita Collins es la indicada para el trono o solo la eligió porqué la desea en su cama?

Klaus se detuvo y se tensó, empujé con más fuerza pero no pude evitar que se diera la vuelta.

- Repite la pregunta.- Ordenó buscando el origen de la voz, pero el reportero no volvió a hablar.

- Klaus, por favor.- Pedí en voz baja y el príncipe finalmente reanudó su camino, llegó a la puerta del museo donde estaba el listón rojo para ser cortado por él e iniciar la inauguración, pero solo comenzó hasta que el ambiente se calmó. Respiré profundo tomando mi lugar en la orilla derecha junto a Fiore, ella se inclinó hacía mí.

- Y eso que no había nada, ¿No? - Dijo con un tono de diversión, sentí mis mejillas calentarse pero no me atreví a decir nada, en cambio una vez pasada la emoción, me molesté con Klaus. ¿Por qué lo había hecho? ¿Con qué derecho? Me había expuesto aún más que en la entrevista y ahora seguramente me había echado de lleno con los tiburones. Giré mi atención disimuladamente durante el discurso del príncipe hacia Ofelia, Adeline, Cataline y Skyler, ninguna parecía muy contenta.

Aún peor, la imagen podría llegar a mis padres y a mi hermano. Apreté mis manos juntas con el nerviosismo aumentando en mi pecho y no tardé en sentirme ansiosa, revisé con la vista los alrededores en busca de amenazas pero no había nada, solo el mar de gente civil y reporteros. El discurso terminó y Klaus cortó el listón, después de ello entramos a la recepción del museo donde se celebraría un pequeño banquete mientras los nobles y personas importantes podían iniciar el recorrido. El suelo brillaba en color caramelo, los detalles de las paredes eran en blanco e hilos de oro con una arquitectura entre moderna y palaciega, dando una sensación de estar atrapado entre dos épocas muy diferentes pero que podían armonizar. Había dos escaleras de aspecto elegante que conducían a un piso superior que llevaba al arte nocturno donde incluso había una cúpula.

Las subí curiosa y entré a la sala donde había muchos cuadros con temáticas sobre la noche, los planetas y las estrellas, cada artista le daba su toque y las pinceladas incluso parecían diferentes. Me paré en el centro donde estaba la cúpula y miré hacia el cielo, justo ahora la iluminación era natural por el sol y su reflejo caía encima de mí, levanté mi rostro para disfrutar de la calidez que otorgaba. Escuché una puerta cerrarse y bajé mi atención de inmediato para ver a Klaus de pie en la entrada, recargado sobre la puerta cerrada, escuché después un clic del seguro antes de que se acercara pero yo retrocedí hasta topar con pared.

- ¿Qué estás haciendo? - Cuestioné.

Klaus bajó el toque de sus dedos por mis brazos hasta rodear mis muñecas y levantar mis manos hacía sus hombros, me detuve en sus ojos y me quedé atrapada en ellos sin mucho aliento. No podía pensar con claridad teniéndolo cerca y eso era peligroso, debía alejarme, pero cuando Klaus bajó su cabeza, yo levanté la mía para encontrar sus labios. Justo ahora estaban más helados que momentos antes, sentí un cosquilleo al principio y luego pasó a la sensación húmeda de su lengua persuadiendome para entrar, abrí mis labios para permitirlo sintiendo la humedad de la suya encontrarse con la mía, apreté mis piernas sintiendo la excitación aumentar con él provocándome así, atrajo mi lengua antes de chuparla succionando hasta sacarme un gemido, entonces Klaus comenzó a volverse posesivo con el beso, aumentando su presión sobre mis labios y llevando sus manos hacía mis caderas. Me levantó en contra de la pared haciendo que mis piernas lo rodearan y pegó su erección contra mi centro, ya sentía mis bragas mojadas, mi cuerpo preparándose para él y el resto de preocupaciones volaron más lejos cuando el príncipe llevó su mano debajo de la tela  de mi vestido y las bragas hasta encontrarse con mi clítoris, lo tomó entre sus dedos, lo rozó y lo presionó hasta hacerme perder la compostura. Hundí mi cabeza en la curvatura de su cuello y mordí impaciente moviendo mis caderas, buscándolo y Klaus me lo dio.

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora