Capítulo 11: La renuncia

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Sostuve mi botella de agua pensativamente acostada en el sofá del área común de los guardias.

Michael estaba tomando una bebida energética frente a un pequeño refrigerador. Cómo era usual, no decía nada.

Klaus cómo había prometido me había hecho llegar la pastilla con una ginecóloga que me revisó y me dió a escoger un método, comencé a tomar pastillas así que podía asumir que los encuentros continuarían entre el príncipe y yo.

No me molestaba la idea, el sexo había sido bueno y no me hacía ideas equivocadas en medio de todo esto, era muy obvio que no significaba nada. Él príncipe me usaría y yo a él por placer, esto estaba en contra de mi misión, era involucrarme demasiado pero confiaba en mis propias capacidades para mantener mi cabeza fría.

Michael se dirigió a la puerta y me puse de pie para seguirlo, era muy temprano por la mañana y él iniciaría con su día laboral mientras yo me dirigía al desayuno del día.

- Michael. Te encargas del ala central donde se está quedando el príncipe heredero, ¿No? - Cuestioné.

- Sí.- Contestó caminando por los pasillos con paso rápido, aumente mi velocidad para no perderlo.

- ¿Puedo hacer guardia contigo por las noches? - Pregunté.

- Como quieras.- Dijo. Dos palabras, sonreí.

- ¿Nunca dices más de cinco palabras? - Cuestioné.

Él me miró brevemente antes de continuar con su atención al frente, está vez no contestó y yo me detuve, él siguió de largo. Mi meta era que Michael hablara conmigo más de cinco palabras, me iría contenta si eso sucedía.

Hoy estaba de buen humor, así que me pareció muy extraño cuando me senté una hora después en el comedor y había un ambiente tenso, además... Faltaba la señorita Hansen. Está vez tenía a lado a Adriette y no dudé en inclinarme hacía ella cuando comenzaron a servir la entrada.

- ¿Sucedió algo? - Pregunté.

- Grette Hansen perdió su dinero de la noche a la mañana y su hermano fue secuestrado.- Susurró Adriette.- Escuché que lo liberaron en cuanto ella salió de palacio, renunciando a seguir aquí para convertirse en princesa heredera.

- Adeline se ve muy satisfecha.- Marisse murmuró, ella estaba a mi otro lado.- Deberíamos de tener más cuidado con ella.

¿Adeline cómo culpable? La miré, ciertamente era la que más sonreía al ver el asiento vacío, después de todo Grette había llamado la atención del príncipe más que el resto y eso la había puesto a la defensiva. Aún así, ella me parecía demasiado tonta, había otras mujeres que también parecían muy relajadas está mañana y podían ser también las culpables.

- Su majestad el rey, la reina y su alteza el príncipe heredero.- Escuché una voz anunciante y me puse de pie con el resto, nos inclinamos y nos sentamos después de ellos como marcaba el protocolo. Era la primera vez que el rey se presentaba a un desayuno, eso fue lo primero que me llamó la atención.

El desayuno comenzó en silencio y solo después de pasar al postre el rey habló.

- Se inició un programa para proteger a sus familias a raíz del reciente incidente, en nombre de la familia real pido disculpas por los inconvenientes pero solicito que permanezcan hasta el final.- Dijo con voz segura pero no en forma de orden como su hijo solía hacer.- Aún así, son libres de partir en este momento si lo desean.

Miré alrededor y dos jóvenes se pusieron de pie, eran hermanas de la misma familia. Andrea y Devani Tommson. Las hijas de un duque inclinaron su cabeza antes de hablar.

- Estamos muy agradecidas con su majestad por la oportunidad de estar aquí, pero consideramos que no estamos listas para convertirnos en parte de la familia real. Pedimos disculpas.- Dijo la mayor.

- Se arreglará su partida entonces.- Dijo el rey mientras ellas tomaban asiento de nuevo.- ¿Alguien más?

Nadie más se levantó y la reina sonrió.

- Le agradezco por quedarse.- Dijo ella y yo desvíe la mirada al sentirme observada, el príncipe tenía una pequeña sonrisa ladeada en sus labios y bajó la mirada hacía algo en su regazo, su mano también estaba bajo la mesa. Sentí que mi teléfono vibraba en el bolsillo de mi falda, lo revisé con la mayor discreción posible y vi un número desconocido junto a un mensaje que decía "Habla ahora o calla para siempre"

Sonreí sabiendo que muy seguramente era el príncipe y contesté a prisa.

" ¿Ya llegamos a la parte de la boda? ¿No va muy rápido, su alteza?" Contesté y tomé con mi tenedor parte del postre de esta mañana para disimular lo que hacía.

"¿Y lo que hicimos ayer fue comenzar lento? Gemias lo suficientemente alto para alertar a medio palacio" Me ahogué con la comida y guardé el celular con las mejillas calientes.

- ¿Se siente bien, señorita Collins? - La voz del príncipe llegó alertando a todas sobre la mesa, sus miradas me hicieron sentir incómoda logrando que me removiera en mi asiento.

- Si, su alteza. El postre estaba tan delicioso que no pude evitar comérmelo con prisa.- Murmuré.- Una disculpa.

- ¿Entonces todo lo que le gusta se lo come con prisa? - Cuestionó, claramente para nosotros ya no hablábamos del postre. Me puse más roja todavía.

- ¿A quién no? Luego llega alguien más y se lo roba.- Adriette comentó con una sonrisa.- Es mejor disfrutarlo antes, ¿No, su alteza?

- En efecto.- Dijo él y dejó de insistir dejándome en paz por el resto del desayuno, pero... Adriette parecía saber lo que pasaba, me recordé a mi misma hablar con ella después.

El príncipe me mandó un mensaje al salir del comedor de que esta tarde no habría reunión y yo me sentí aliviada porque hoy no tenía nada que aportar. Llegué horas más tarde al pizarrón de mi habitación escondido detrás de la cabecera de la cama y taché tres nombres, faltaban once. 

¿Sería esto más rápido de lo que imaginaba? Antes de ayer lo esperaba con ansias, pero ahora que tenía una relación diferente con el príncipe no quería que el capricho me durara tan poco tiempo. 

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora