Capítulo 27: Tres preguntas

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Adele

Cinco pasos detrás.

Esa era una de las órdenes de Klaus Ostergard que más odiaba.

Cinco.

Malditos.

Pasos.

Este hombre era como tener a un oficial metido en el trasero y no de la mejor manera. Angelique estaba de vacaciones porque este príncipe se había pasado con sus órdenes causando que colapsara, pero hasta eso parecía un plan de su parte porque me tomó de su juguete personal para seguirlo a sus actividades extraoficiales, a pesar de darme la sensación que solo me quería de sombra, porque a cinco pasos suyos no lo salvaría si alguien quisiera matarlo y se lo dije.

"Señor, a cinco pasos no es posible hacerme cargo de ninguna amenaza en contra de su vida"

Lo peor fue su respuesta.

"A cinco pasos puede hacerse cargo de su propia vida, señorita Smith. Haga lo que se le ordena y no cuestione a menos que no le haya quedado lo suficientemente claro. ¿Entendido?"

¿Por qué a Angelique le gustaban los hijos de puta?

Hasta radar parecía tener.

¿Amable? No.

¿Romántico? No.

¿Le volverá un manojo de nervios y probablemente le rompa el corazón? Si, en mayúsculas y ella es la primera en fila.

Caminé detrás de él, observándolo más que a las paredes blancas impecables y la arquitectura militar que nos rodeaba. Hombros anchos en un traje negro que no disimulaba tanto como debería sus músculos, altura de envidia y un rostro de Dios Griego... Bueno, tantos defectos no tenía el hombre en realidad.

Verifiqué mi reloj y puse el cronómetro como se me ordenó al entrar a la oficina del comandante mayor de uno de los distritos más problemáticos en este país. Debería estar de nervios pero en realidad me sentía indiferente a la idea de la muerte, era como un interruptor que accionaba en mi cabeza o lo apagaba a beneficio para no entorpecer mis propias misiones con mis emociones.

Debía de ser perfecta en cada movimiento.

El príncipe fue el primero en entrar y yo me quedé cerca de la puerta notando que había otro hombre armado, me puse a su lado y de manera disimulada dejé mi arma a rápida disposición. Había un hombre sentado en uniforme militar de prominente grasa abdominal y falto de cabello en su cabeza que se había puesto de pie y saludado a Klaus al verlo.

- Me sorprendió gratamente saber que su alteza se encontraba aquí.- El dijo, ofreciéndole asiento. Klaus accedió y se sentó con soltura frente a él, a simple vista parecía haber cierto grado de informalidad en él como si no supiera en el peligro que se estaba metiendo. Era bueno fingiendo.- Dígame, ya que no es usual que la familia real nos visite, ¿A qué se debe tal honor?

- No es nada en realidad, solo estoy investigando por diversión.- Klaus suavizó su tono.- Descubrí algo muy interesante sobre las granjas de leche en producción nacional que curiosamente son custodiadas por esta base, solo me surgió la repentina duda de... ¿Qué hay de importancia en esas granjas? ¿Por qué no entregan a inteligencia un reporte de actividades como marca el programa?

Un silencio repentino. Me puse tensa y preparada para pelear cuando repentinamente el comandante se rio.

- ¿Tanto tiempo libre tiene el príncipe heredero? - Preguntó el hombre, al recuperar un poco el aliento.

- El aburrimiento suele despertar preguntas muy extrañas.- Klaus estuvo de acuerdo.

- Le mandaré los informes que pide, su alteza.- El comandante dijo.- ¿Cómo podría dejar al príncipe sin dormir por algo así en la noche?

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora