Capítulo 33: ¿Puedes darme esta noche, Angelique?

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Desperté sintiéndome cansada. Incluso sin abrir los ojos me permití estirarme entre la sensación de una sábana en mi cuerpo, con la sensación de la tela rozar mi piel con gusto antes de querer darme la vuelta y solo continuar con mi sueño, pero al tratar de hacerlo sentí que perdía la continuidad de la superficie y por un breve instante golpearía contra el suelo, solo que en vez de ello terminé sintiendo como un par de brazos me sujetaban y me acomodaban contra un cuerpo firme.

Abrí los ojos para encontrarme con los de Klaus devolviéndome la mirada.

- Siempre tan torpe, Angelique.- Dijo antes de sentarme sobre el sofá en el que había estado dormida. Observando a mi alrededor me di cuenta de que estaba en un estudio diferente, que se veía mucho más serio y hasta en cierta parte con gustos que relacionaría más con él padre de Klaus, llegué a la conclusión de que era la oficina del anterior rey después de dimensionar los sillones de cuero café y el escritorio de madera donde parecían haber muchos documentos apilados.

- ¿Por qué estoy aquí, su majestad? - Pregunté hacía él.- ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle?

Klaus se puso de pie antes de alejarse y volver a sentarse en el escritorio.

- Dame unos minutos y hablemos.- Dijo antes de volver al trabajo. Asentí, todavía a medio despertar y esperando me volví a acostar, solo observando la alfombra y preguntándome porque a pesar de haber estado dormida, quería volver a sumergirme en el mundo de la inconsciencia, pero aún así no podía dejarme llevar del todo.

Levanté mi cabeza hacía Klaus y lo vi tan concentrado con el ceño fruncido y sus ojos fijos en las palabras que leía que me dio una punzada de culpa, porque él estaba lidiando con todo a pesar de que sus padres habían muerto. No había parecido tener una buena relación con su madre, pero aún así... me incorporé y me acerqué vacilante. No sabía si era porque mi cabeza se encontraba inestable por la necesidad de sueño, pero terminé colocándome a su lado, solo viéndolo y con muchas ganas de tocar su cabello rubio antes de abrir mis labios.

- Lo siento, su majestad.- Dije con la voz más baja de lo que pretendía, pero sabía que me había escuchado a juzgar por la tensión más visible de sus hombros.- Extiendo mis condolencias por la muerte de los antiguos reyes.

Klaus se detuvo y giró su silla hacía mi dirección. Entornó sus ojos antes de tomar mi mano y conducirme hacía su regazo. Sabía que era inapropiado, pero lo estaba disfrutando y al mismo tiempo quería llorar por la opresión en el pecho, verlo tan cerca y saber que nunca habría una oportunidad para nosotros me destrozaba por completo. Klaus llevó una de sus manos hacía mi mejilla hasta acariciar mis labios con su pulgar, en su rostro y sus ojeras podía ver el cansancio de días sin dormir apropiadamente y quise abrazarlo, pero en cambio solo me entretuve en sus iris verdes que delataban su seriedad.

- ¿Lo sientes? - Klaus cuestionó.- ¿Por qué?

- Eran tus padres.- Respondí.- Es un suceso simplemente triste.- Klaus me regaló una sonrisa de lado y permaneció en silencio antes de hablar con algo completamente diferente de lo que tenía en mente.

- ¿Puedes darme esta noche, Angelique? - Klaus preguntó.- Una última vez.

¿Una última vez antes de que se casara? ¿Antes de que continuara con su vida y nos olvidáramos de todo esto por completo? Sentí que las lágrimas se deslizaban por mis mejillas y un sentimiento amargo se instalaba en mi pecho. Sabía desde el momento en que todo comenzó que habría un final que lamentaría, pero no pude evitar lanzarme de lleno ante él. Aunque después de esta noche continuaría con su vida de ensueño, casándose y eliminándome por completo de su vida, pero incluso sabiendo eso me incliné hacía él y lo besé.

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora