Capítulo 21: Tratando de escapar

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Te elijo a ti.

Bajé la cabeza golpeándome con el escritorio de mi habitación.

Esto no podía estar pasando.

Volví a golpear mi cabeza para ver si las palabras se borraban o perdía la memoria, cualquier cosa que me sacara del apuro, pero lo único que logré fue provocarme dolor y ningún alivio. Esto no se supone que debía pasar, no debería de haberme involucrado tanto, aún peor, ni siquiera debí haberlo hecho desde la primera vez pero solo me engañé a mi misma de que podía con ello y ahora estaba metida en problemas.

¿Qué sentía por el príncipe? ¿Qué se supone debía decirle? Tenía tiempo sin cometer una estupidez en una misión pero está vez me había superado. Me negué a su propuesta pero de alguna manera sentía que no era tan fácil como negarme y correr, aunque, tal vez podía intentarlo. ¿Y si solicitaba un cambio? Por primera vez decidí llamar a mi madre para pedir un favor. Levanté el celular, busqué entre mis contactos y le di un toque al registro que tenía de ella por su nombre. Mi progenitora contestó al tercer toque.

- Angelique.- Dijo mi nombre con voz severa.

- Madre...- Dije antes de ir al grano y ahorrarme las preguntas que se hacían las madres e hijas normales, ella odiaba perder su valioso tiempo con eso, aunque fuera su hija.- Solicito un cambio de misión.

- ¿En base a qué? - Preguntó.

- No soy apta para realizar el trabajo.- Respondí.- No tengo las habilidades.

- Lo sé, por eso tú hermano también está ahí.- Dijo. Emití una respiración brusca por el coraje y mi rostro se distorsionó mientras aguantaba el dolor en el pecho y ella agregó.- Escucha, hablaremos de esto cuando tú padre y yo estemos allá. Espera hasta entonces.- Colgó.

- Ojalá hubiera sido huérfana.- cerré los ojos aguantando las lágrimas.- Así no me dolería tanto tu indiferencia, madre.- Pero ella obviamente no lo escuchó, solo el silencio a mi alrededor fue testigo.

***

Tomé con resignación el último trago a mi café y miré por la ventana del automóvil con cierto grado de resignación.

No sabía si era bueno o malo pero los siguientes días no ví al príncipe Klaus, según las palabras de la reina había estado sumido en el trabajo y se disculpaba por no poder realizar más citas. Dudaba que él se hubiera disculpado por ello pero la reina era lo suficientemente diplomática cómo para cubrir los malos modos que llegaba a tener su hijo.

Descarté toda la información que hasta el momento había leído sobre él y comencé a formarme su perfil según lo que yo había observado y no podía ser más opuesto al original.

Klaus era serio, directo, inteligente y poco sensible a los que lo rodeaban, se mantenía en movimiento constantemente, tenía un hábito por la lectura y detestaba perder el tiempo, era autoritario, independiente y un verdadero dolor de cabeza para su equipo de seguridad, incluyendome, pero por otro lado era endemoniadamente guapo, tenía un cuerpo delicioso, besaba increíble, tenía una voz baja que podía derretir, su sonrisa era un verdadero regalo a la vista, su risa me movía cosas por dentro y su mirada me hacía sentir como la única en el mundo.

Enamorarme de él sería un terrible error porque él pertenecía a esa categoría de un hombre que se podía tener una vez en la vida y guardar en los recuerdos como una bonita fantasía pero nada más. Su mundo y el mío estaban a años luz de distancia. Yo ni siquiera sabía que quería de la vida o si planeaba vivirla en algún momento y si dejaba que esto continuara solo me haría daño, así que debía de terminar nuestra relación ambigua para que el se tomara en serio su futuro matrimonio y yo pueda devolverme a palos a la realidad.

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora