Capítulo 10: Tregua

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Llegué antes que él y me senté sobre un tronco en el suelo no sin antes inspeccionar por la búsqueda de cualquier animal ponzoñoso que pudiera arruinarme el día, una vez confirmé que estaba despejado me dejé caer en el material húmedo y moví mi teléfono entre mis manos varias veces. El clima está noche era fresco pero el frío era muy tolerable, aún así esperaba no pasar más del tiempo necesario aquí y mucho menos en su compañía.

Me había vestido con ropa deportiva. Tenía que comenzar a pensar en cómo hacer mi trabajo y esperar a que está situación terminara antes de que me vuelva loca o me expulsaran primero.

Me arrepentía profundamente de hablar de más.

Levanté la cabeza cuando escuché pasos pesados aproximarse y miré al príncipe heredero con la misma apariencia que esta mañana, también la misma expresión de desagrado silencioso hacía mi. Lo único diferente era el hacha que cargaba en su mano derecha.

Se sentó a mi lado y reproduje la pelea que sucedió en la sala de música en silencio. Ni siquiera nos saludamos, yo también estaba bastante molesta por la humillación en el comedor, cuando terminó permanecimos en silencio.

Era muy incómodo.

- No debería preocuparse por la señorita Hansen, su alteza. Sabe defenderse muy bien.- Me puse de pie.- Si eso es todo, me retiro.

- La reina me pidió que tuviéramos una cita.- Me miró con burla.- Soy un hombre ocupado que pasó un día extenuante, comprenderás que estoy muy cansado para ir hacia otro lugar para satisfacer tus deseos, así que te concederé algo de tiempo.

- No debería molestarse por eso, su alteza.- Me sentí irritada.- Hace frío, debería volver a su habitación.

- Ya había pensado en ello.- Me extendió el hacha.- Confío en tus habilidades para hacer fuego.

Apreté mis dientes juntos antes de respirar profundamente.

- No sé usarla.- No mentí del todo, en alguna ocasión la había usado pero no estaba acostumbrada a ella.

- Puedes aprender.- Sonrió.- Esperaré aquí señorita Collins. Suerte.

Bufé antes de tomarla y marcharme a buscar árboles secos, pisaba con fuerza las hojas caídas sintiendo la ira hervir dentro de mí hasta estar a punto de explotar. El príncipe era como un superior que sabía cómo molestar a un subordinado. Me acerqué a uno de los árboles y comencé a sacar mi coraje con el hacha. Mis brazos se sacudían por la fuerza contra la madera y sabía que estaba gastando energía de más porque no sabía manejarla bien, pero aún así seguí haciéndolo hasta conseguir un número aceptable y volver al área donde el príncipe mensajeaba en su teléfono.

Acomodé todo y saqué un encendedor para iniciar el fuego, fallé dos veces antes de que las llamas comenzarán a consumir las pequeñas ramas y creciera el fuego. Suspiré con alivio cuando finalmente prendió, era una suerte haber cargado con el fuego el día de hoy. Si no, muy seguramente el príncipe me hubiera puesto a prenderlo frotando una rama.

Me senté a su lado cuando terminé y él no dijo nada por unos minutos.

- Ve a la cocina por malvaviscos.- Ordenó.

Me puse de pie y obedecí, era claro que me estaba usando. Fui, los pedí alegando que eran para su alteza y volví colocándolos a su lado con los instrumentos para calentarlos al fuego. Él miró su reloj.

- Tardaste mucho, ya no lo quiero.- Fue lo que dijo antes de ponerse de pie y comenzar a marcharse.

Está vez no pude evitar explotar.

- ¿Así planea pasar su reinado, su alteza? ¿Molestando a sus subalternos por estupideces y luego marchándose cuando se aburre? - Temblé del coraje y apreté mis puños.- Solo va a convertirse en un tirano arrogante... No. Ya lo es.

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora