Capítulo 17: Nieve de vainilla

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Estaba tan cómoda que no quería levantarme, me di la vuelta y me acomodé mejor buscando el calor corporal deleitada con el sueño que estaba teniendo, tan real que podía sentir como mis dedos recorrían la suavidad de la piel transitandola en toda su extensión, mis dedos llevados por el camino de los músculos fuertes y definidos marcarse. Tracé un camino como si siguiera un mapa desde los abdominales hacía el pecho, moví mi cabeza más hacía esa zona que tocaban mis manos y subí una de mis piernas sobre él. Se sentía tan cómodo que se me escapó una sonrisa. Hacía mucho tiempo no tenía sueños tan placenteros, así que no me detuve cuando la idea de probarlo entre mis desvaríos por la turbidez mental surgió, lo siguiente que hice fue sacar la lengua y lamí su piel llevándome un sabor ligeramente salado.

Escuché un sonido grave, corto, ronco y masculino antes de que mi panorama cambiara. Mi cuerpo de repente ya no estaba arriba, sino abajo, mis muñecas estaban aprisionadas por encima de mi cabeza y estaba viendo un par de ojos verdes mirarme con una sonrisa cínica.

Fruncí el ceño reconociendo a Klaus, ¿Por qué estaba en mi cama? Mi último recuerdo era beber un vaso de agua que me había ofrecido en su estudio después de algunas sesiones de sexo intenso sobre el escritorio. Repentinamente me había sentido tan cansada que creía haberme quedado dormida en el sofá. Así que la pregunta final sería, ¿Cómo había llegado yo a mi cama también?

- ¿Me estás provocando? - Preguntó acercando su rostro al mío.

- ¿Yo? ¿Provocandote? - Cuestioné confusa antes de bajar la mirada para ver el cuerpo que momentos antes había estado inspeccionando sin vergüenza alguna pensando que era un sueño, pero su reacción y su sabor fueron tan reales que al volver a subir la mirada hacía sus ojos ya no pude esconder mi rostro lleno de culpabilidad ni el sonrojo en mis mejillas, estaba avergonzada por mi comportamiento tan descarado, pero aunque ambos sabíamos la verdad me seguí haciendo la tonta.- Estaba durmiendo hace un momento, soñando con un helado de vainilla, ¿Cómo podría ser eso provocativo?

Klaus profundizó su sonrisa.

- ¿Un helado? - Flexionó sus brazos, sentí su aliento en mi cuello y me encogí reteniendo un jadeo, pero fue inevitable hacer un sonido cuando sentí la punta de su lengua caliente y húmeda trazar un camino desde el nacimiento de mi oreja hacía mi clavícula, para aumentar mis dificultades estaba en ropa interior solamente así que él no tuvo problemas para seguir bajando hacía mis pechos. Me sacudí entre sus brazos y él me miró colocando uno de sus muslos entre mis piernas, se sentía grueso y caliente contra mi piel. Era abrumador.- Yo estoy teniendo un sueño similar.

- ¿No se supone que debes de estar dormido para soñar? - Dije en un hilo de voz sintiéndolo trasladar mis manos a una de las suyas para tener libre una y esa se internó en mi cuerpo de inmediato, recorriendo con calma mi clavícula y levantar mi sujetador.

- ¿Debo de? - Murmuró como si lo considerara realmente, pero solo jugaba conmigo. Klaus tomó uno de mis pechos y lo amasó con dos de sus dedos en mi pezón, provocando deliberadamente, excitando mi cuerpo. Elevé mis caderas hacía él comenzando a sentir la humedad en mis bragas y Klaus bajó su mano pasando por debajo de la tela de mi ropa interior hasta llegar a mi entrada y jugó por un momento con mi sexo antes de introducir un dedo. Me arqueé contra su cuerpo pidiendo más silenciosamente y el aumentó sus movimientos rozando mis paredes y presionando mis puntos sensibles, llevándome al borde antes de finalmente hacerme llegar al agregar un segundo dedo. Se me escapó un gemido.

Klaus liberó mis manos para eliminar mi ropa interior junto con la suya y acomodarse entre mis piernas. No se hizo esperar para sujetar mis caderas con sus manos y empujarse dentro de mi. Lo rodeé con mis piernas y llevé mis brazos a su espalda. Me sentía llena, el placer era arrollador y me impedía pensar en nada más que en la liberación. Moví mis caderas buscando las suyas en cada embestida, lo sentía retirarse y luego entrar con movimientos controlados, no violentos pero tampoco carecían de fuerza, empujaban mi placer con cada penetración. Sabía que debía de evitar hacer ruidos pero no podía evitar que se me escaparan cuando Klaus comenzó a raspar con su miembro un punto que me hizo aferrarme aún más a él, suplicándole que no se detuviera.

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora