Capítulo 26: ¿Lo prometes?

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El segundo día me dieron de alta.

Los médicos querían realizarme más pruebas pero me negué en rotundo, ya que no le veía mucho caso, conseguí mis pastillas para la gastritis y las guardé al fondo de mi bolsa para cuando la situación se pusiera difícil.

Estaba viendo la televisión en la sala de descanso con las piernas elevadas, mi barbilla sobre las rodillas y un bol de palomitas de mantequilla saladas a medio eliminar cuando Helle se acercó con algunas cajas y pequeños contenedores de pastillas dejándolas frente a mi. Tomé algunas y la miré confundida.

- ¿Vitaminas? - Cuestioné y ella asintió.

- Entrenas mucho y estás muy delgada. No te alimentas bien tampoco, así que las necesitas más que yo.- Ella dijo.- Una mujer debe de cuidar de otra, así que toma una de cada una por día y así no te desmayarás en las futuras guardias que tengas. También vienen dulces, si los cargas, no se te van a bajar los niveles de glucosa en la sangre.

- Ah, gracias.- Sonreí.

- ¿Vitaminas? - Henrik se acercó y tomó una.- ¿Ya comenzaron con prácticas extrañas?

Helle le dio un golpe en la cabeza a Henrik.

- Cállate y mejor dame buenas noticias, ¿Conseguiste los dulces?

¿Dulces?

- Si y nuestros regalos, también ya los envolví.- Henrik dijo antes de girarse hacía mí.- Incluso compré uno extra para ti.

- ¿De qué hablan? - Cuestioné.

- Es el cumpleaños de Jaela, la pequeña hija de Jensper.- Dijo Helle.- Vamos a ir a su fiesta, te queríamos invitar desde hace bastante pero entre los escándalos y el hecho de que seas cliente frecuente en los hospitales, nos lo pones difícil.

Me puse de pie y tomé las vitaminas.

- Denme cinco minutos y estaré lista.- Sonreí yendo a guardarlas en mi habitación y vestirme con ropa casual como la que ellos llevaban y salí en solo unos cuantos minutos después de los cinco. Helle y Henrik sonrieron antes de tomar también sus cosas y conducirnos fuera.

El pueblo estaba a unos cuarenta minutos en automóvil y la casa de Jensper todavía unos veinte más hacía una zona boscosa. Su casa era una cabaña hermosa y de proporciones considerables al sueldo por el que arriesgaba su vida, afuera habían niños jugando en los columpios y las casitas de juguete mientras sus padres estaban cerca de ellos conversando y vigilándolos, parecían ser los vecinos de la zona con los que interactuaban padre e hija.

Henrik, Helle y yo saludamos antes de ver a Jensper salir por la puerta con su característico y jovial humor. Detrás de él salió una niña que era su pequeña copia en femenino con un vestido rosa y una tiara de juguete en la cabeza, me miró con curiosidad. Se acercó pero fue interceptada por Henrik quien la levantó entre sus brazos ocasionando que ella gritara emocionada y la lanzara unas cuantas veces al aire. La pequeña se reía mientras Jensper saludaba.

- Angelique, ¿Cómo te sientes? - Preguntó abrazándome.

- Podría estar mejor.- Respondí ocasionándole una sonrisa antes de saludar a Helle.

- Podría estar peor.- Helle dijo y yo asentí. Si, podría seguir montando guardia 20 horas por día.

- ¿Cuántos años cumples? - Me incliné hacía la niña cuando Henrik la dejó en paz.

- Ocho.- Ella respondió.- ¿Tu eres la amiga de papá que se va a convertir en reina?

Me sorprendieron sus palabras, ocasionando que retrocediera un poco. Jensper se rió y se inclinó hacia la pequeña.

- Jae, ¿No te había dicho que no podías preguntar eso? - Él le dijo.

- ¿Por qué no? - Ella me miró.- Si ella no lo quiere, yo sí.

Helle se ahogó de la risa y me dio unas palmadas en el hombro.

- ¿Y por qué te quieres casar con un príncipe? - Le pregunté esperando que ella respondiera con alguna razón romántica en relación a una película animada, pero ella levantó su mano e hizo todo lo contrario.

- Dinero.- Ella dijo, haciendo la señal de efectivo con su mano.- Mucho, mucho dinero.

Esta vez sí me reí fuertemente por su espontaneidad.

- A eso se le llama mente de tiburón.- Henrik dijo dándole unas palmadas en el cabello a la niña y mirando a Jensper.- Tu hija si sabe como funciona el mundo.

- No.- La niña negó con la cabeza cruzándose de brazos.- Quiero dinero para que papá no trabaje.

Todos nos quedamos callados porque entendíamos lo que ella quería decir: no quería que su padre se fuera. Helle se arrodilló ante ella.

- Tú papá estará bien.- Ella dijo.- Yo lo protejo.

La niña la miró con esperanza en los ojos.

- ¿De verdad? - Se llevó las manos hacía los ojos, sentimental.- ¿Lo prometes?

- Jae.- Jensper dijo el nombre de su hija con expresión complicada.- Helle tiene muchas responsabilidades protegiendo a la reina.

- Ésta bien.- Helle dijo guiñandole un ojo a Jensper.- Puedo permitírmelo.

Me sentí sentimental al ver a la niña extender su dedo meñique forzando a Helle a hacer una promesa que a sus ojos era irrompible, pero parecía que ya había un vínculo entre ellas. Jaela se aferró a Helle como si viera en ella a su madre y Jensper... no podría decir lo que estaba pensando. Miraba a Helle con una expresión indescifrable, antes de llevarse la mano hacía el cabello, revolviéndolo.

- Bueno, ¿Quién quiere pastel? - Preguntó, levanté la mano y tanto Henrik como yo llevamos los regalos junto con el resto para que Jaela pasara tiempo jugando con Helle. Henrik me llevó después hacía el pastel y cortó dos pedazos, me dio uno junto con un tenedor y se quedó observando a los dos compañeros con aire pensativo.

- Pareces preocupado.- Comenté encantada con el sabor a vainilla del pastel, estaba delicioso. No era muy dulce ni tampoco estaba seco. El perfecto equilibrio para que pudiera comerlo sin problemas.

- Me preocupa pensar que lo bueno nunca dura.- Henrik murmuró con el tenedor en los labios y luego se giró hacía mí.- El príncipe estaba muy preocupado por ti.

- No lo suficiente para ir a verme cuando desperté.- Me encogí de hombros. No lo había visto y no sabía si era bueno o malo porque para mi pesar seguía reaccionando a fotos suyas. Ahora que, para enfrentarlo siempre necesitaba de toda mi rebeldía e insolencia para no cohibirme.

- Tú tampoco le has buscado.- Él dijo.

- ¿Tengo qué hacerlo? Solo quiero averiguar qué es lo que realmente está pasando. Mis padres no se mueven a menos que algo sea importante. Aquí hay algo más y pienso escarbar hasta que salga todo. El resto de mi vida no es relevante.

- ¿Realmente se acabó todo? - Henrik cuestionó y guardé silencio. No lo sabía y no estaba tan segura de ello, pero en una cosa si había estado pensando mucho y eso era que si el hijo que Marisse esperaba era de Frederick seguía siendo para bien o para mal un heredero a la corona y a Klaus solo le quedaba la opción de legitimarlo o dejar que se criara bajo una etiqueta de hijo nato fuera de vínculo matrimonial.

- Henrik.- Me terminé el pedazo de pastel y lo miré.- ¿Qué tan correcto crees que sea Klaus?

- ¿Correcto? -Henrik sonrió.- Depende.

- ¿De qué? - Cuestioné y Henrik hizo una expresión cínica antes de responderme. 

- De lo que quiera.

Misión: Proteger al príncipe, Contratiempos: Enamorarse. (I libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora