Capitulo 50: Kaira, la Paradoja

11 3 0
                                    

Monólogo de Kaira.
Hace mucho, mucho tiempo en el futuro del presente en el cual vivo, había nacido una chica joven en la familia Izumo: Kaira.

Me habían dicho que era una niña muy especial. Mi familia eran herederos del linaje de una celestial.
Además, desde pequeña destacaba entre los demás de mi pueblo natal, por lo que inevitablemente fuí elegida por aquella ángel que actualmente es mi enemiga...

En el pasado, el angel Sariel logró deshacerse de todos los dioses... Hasta que apareció aquella legendaria celestial guerrera quien fue alguna vez fue una humana.

Aún cuando opuso gran resistencia, no pudo resistir el ataque del arma definitiva verdadera, y murió hace un par de décadas.

Aquella celestial era nada más ni nada menos que mi abuela...

Todo el recuerdo de mi ancestro es contado a las nuevas generaciones, sobre todo por mi abuelo de parte de la familia Izumo, Rend.

Su pelo una vez verde pasó a ser blanco como la nieve, y apenas podía caminar. Aún así era la favorita de él. Siempre me trataba especial y me consentía con todo lo que pedía.

Muchos de mis familiares decían que se debía a que me parecía mucho a mi abuela, a quien él amaba con mucha intensidad.

Mis días en mi juventud fueron los más felices de mi vida... Pero fueron muy efímeros.

Por decreto de Sariel, algunos humanos con capacidades extraordinarias eran elegidos para entrar a la academia imperial. El problema es que eran forzados a separarse de sus familia para nunca más volverlos a ver.

Fue muy duro despedirme de mi familia, y con lágrimas me despedí de mis seres queridos. Mi abuelo me dió un objeto del cual pertenecía a los Tokitabi, familia que pertenecía la mamá de mi abuela. Dijo que lo guardaba con mucho cariño desde hace años, y me lo dió para que se estuviera siempre con ellos a pesar de la distancia que nos separan.

"Incluso si estuvieras en otro continente... O si te enviaran a otro planeta... Y estuvieras en otro mundo, siempre estaré contigo.". -Fueron las últimas palabras de mi abuelo.

Cuando llegué a la academia, Sariel se presentó ante todos y procedió a hacer el mismo discurso de siempre.

Según ella, la humanidad tenía el potencial de ser incluso superiores a un dios, pero para ello necesitaban seleccionar a lo mejor para que lleguen a prosperar.
Siempre menciona al ángel Gabriel en sus discursos como la figura que le inspiró a lograr sus objetivos, aunque para mí simplemente esta muy obsesionada con él.

Aunque siempre me pareció algo sospechosa la alianza con los demonios que hizo ella ¿Por qué los que se consideraba los nemesis de la humanidad ahora los ayudan?.

Tiempo después, todo el salón se fue de excursión en campo abierto para cazar animales para consumir.

Para ser honesta, era una de las actividades que más detestaba. Mi abuelo me mostraba a los animalitos que cuidaba con mucho cariño, y aprendí a apreciar sus vidas. En aquella época era muy ingenua e ignoraba el hecho de que los animales también matan a otros para sobrevivir. Es por eso que detestaba matarlos para comer.

En en campo abierto me hacía la tonta perdiendo el tiempo en otras cosas, como encontrar piedras del suelo.
Nunca pude imaginar que esa decisión cambiaria mi vida por completo...

Una roca de repente empezó a brillar con un color verde intenso, y por alguna razón inexplicable, fui transportada en otro lugar, y además anocheció de golpe.

Mientras me tranquilizaba y buscaba un lugar alto para ubicarme, encontré a lo lejos a mi pueblo natal.

En ese momento estaba muy feliz de encontrarlos, pero mi alegría se fué al momento de ver a un ejército de demonios rodeando el pueblo.

La Humanidad de una CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora