(Pettinellis)
MAX
Al abrir los ojos, lo primero que veo es un techo blanco lleno de estrellas fluorescente que se cargan de energía durante el día y en la noche brillan simulando un cielo nocturno.
Pestañeo aturdido, preguntándome cuando he decidido poner ese tipo de decoración en mi habitación, cuando mi mente se pone en marcha y me doy cuenta de que no estoy en mi cuarto.
No recuerdo lo que hice anoche. Solo sé que estábamos en una fiesta en el estadio de la universidad. Terminé enredado en los labios de la castaña de cabello corto que ahora mismo duerme a mi lado y después, nada. Ningún recuerdo de como llegué aquí.
Le doy un vistazo a mi compañera, en la base del cuello tiene un lindo tatuaje de mariposa coloreado con azul y verde. Se remueve para acomodarse en el colchón y yo me pongo rígido.
No sé quién es, ni recuerdo su nombre. Culpo a la resaca que me azota cuando me levanto en silencio y recojo mi ropa del suelo, vistiéndome deprisa antes que despierte. Me visto a toda velocidad saliendo de su habitación y cómo un cobarde, me escabullo de su departamento sintiéndome como la mierda.
Mi Audi está estacionado en la calle, por suerte sin ningún rasguño. No sé cómo pude conducirlo hasta aquí sin provocar un accidente, no recuerdo haber bebido tanto, pero en algún momento las cosas se me deben haber ido de las manos porque tengo una resaca que me está taladrando el cráneo.
Estoy desesperado por llegar a casa. Necesito dormir y recuperarme si quiero estar en condiciones para la presentación de esta noche.
Conduzco por unas calles desconocidas, pero por lo visto no me he alejado tanto de la universidad según el GPS.
Me detengo detrás de una camioneta blanca bastante vieja y maltratada. Después de unos segundos, empiezo a desesperarme al ver que no avanza, no hay ningún semáforo, no tiene sentido que esté cortando el paso.
—Vamos... vamos. Muévete —gruño en silencio.
Toco la bocina un par de veces y a través del espejo retrovisor, veo que la chica que conduce me devuelve la mirada y me levanta el dedo medio. Qué grosera.
Vuelvo a tocar la bocina de nuevo. Al ver que no tiene ninguna intención de moverse, retrocedo un poco para adelantarla por la vía contraria, ella adivina lo que voy a hacer y se cruza impidiéndome el paso.
Freno de golpe para evitar chocarla desde atrás.
—¿¡Qué mierda!? —gruño. Bajo el vidrio y saco la cabeza para gritarle por la ventana—. ¡Muévete!
Enfatizo mis gritos con más sonidos de la bocina. Siento que la cabeza se me va a partir con cada bocinazo, pero estoy tan desesperado que ser racional no es una opción.
La puerta de la camioneta de enfrente se abre y la chica se baja y camina directamente hacia mí. Su cabello rubio mal peinado, camiseta ancha y gafas transparentes, gritan por todos lados que es una nerd.
—¿Algún problema? —pregunta con voz suave e irónica apoyándose en mi ventana.
—Estoy apurado y no me dejas pasar.
—Por si no lo has notado, una anciana intenta cruzar sin que idiotas como tú la molesten.
—Lleva horas cruzando —me quejo.
—¿Y? Tiene preferencia —arremete.
Me quedo callado para no seguir comportándome como un canalla solo porque tengo resaca. La chica alza una ceja con una mueca engreída antes de volver a su vehículo.
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[1] En tus manos©
Teen FictionMax lo tiene todo en la vida. Su propia banda, muchos amigos, popularidad y mujeres. Sin embargo, un video sexual que se hace viral, lo forzará a buscar ayuda en una misteriosa hacker y evitar perder todo lo que ha conseguido. Alex necesita ayuda...