🎤 6. Aprovéchate

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(Café Tacvba)

MAX

Amigos. Amigos de amigos. Conocidos. Personas que jamás he visto en mi vida. A todo el mundo le pregunto por la fiesta del viernes en la noche y si recuerdan haberme visto con una castaña de cabello corto, pero nadie sabe darme una respuesta clara.

Reviso fotos en mi teléfono y en la de mis amigos. Ninguna chica se parece a la que estuvo en la piscina conmigo. Aunque solo tengo la imagen difusa del video y mi vago recuerdo del sábado por la mañana, por lo visto sigue en el anonimato.

¿Por qué después de cuatro días aún no me ha buscado? ¿Ella también olvidó todo? 

O quizás solo fui un rollo para ella también y debería dejarlo así y olvidarme, pero las palabras de Álex resuenan en mi mente y me veo a mí mismo en 9 meses más cargando un bebé.

No está en mis planes ser padre. Ni ahora, ni nunca. Necesito salir de esta duda antes de meter más problemas a mi estresado cerebro.

En el entrenamiento a penas logro conectar un par de golpes y mis reacciones son mucho más lentas que de costumbre. Ya voy dos puntos abajo y en cualquier momento el combate se acabará.

—¡Concéntrate, Campbell! —grita el Sensei a un lado del tatami.

—¡Hai!

No quito la vista de mi oponente. Marco el ritmo dando pequeños saltos para agilizar el movimiento. Con la guardia en alto, respiro para concentrarme.

Álex sabe mi secreto.

Tuve sexo con una desconocida

Esquivo, de suerte, un primer golpe que me lanza mi oponente y me muevo por el tatami buscando espacio.

¿Quién difundió el video?

¿Se viralizará otra vez?

¿Qué pasó con la grabación de la cámara de seguridad?

En dos movimientos, mi oponente me toma del karategi y con una técnica perfecta, me tira al piso y lo último que veo es su guante a milímetros de mi nariz.

Me sonríe antes de ofrecerme su mano para levantarme.

—Bien, bien, muchacho. —Lo felicita el Sensei con palmadas en la espalda—. Muy buen trabajo.

Finalizamos el entrenamiento con las últimas palabras del Sensei y una reverencia grupal antes que todos se dispersen a las duchas.

—¡Campbell! —Llama el Sr. Maeda, entrenador del equipo de Karate de la universidad—. Unas palabras.

Aun quitándome los guantes, me acerco a él, sabiendo que me llegará un sermón.

—Sensei. —Inclino mi cabeza en señal de respeto—. Dígame.

—Campbell, ¿sabes por qué dejamos el calzado fuera del dojo de entrenamiento?

—Para respetar el lugar sagrado y no contaminarlo —repito de memoria lo que llevo años escuchando.

—Exacto. Eso va también para lo que pasa aquí —Me da unos suaves golpes en la parte derecha de mi cabeza—. Este es un lugar donde te permites deshacerte de todo lo que te agobia. El karate no es solo un deporte, es...

—Un estilo de vida —repito al unísono. Él asiente y me rodea por los hombros acompañándome hasta la puerta del dojo.

—Eres nuestro competidor más valioso, desde tu incorporación al equipo, llevamos 2 campeonatos nacionales y muchos más interesados en sumarse. Te necesito enfocado, Campbell.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora