🎤 42. Respira

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(Apolo 77)

MAX

Después de tres días dejo el hospital.

Tres días completos sin moverme del pasillo de cuidados intensivos más que para ir al baño. Entre Borja y mis compañeros de banda y Jenny, la enfermera que me atendió cuando llegué, me mantienen lo suficientemente hidratado y alimentado como para no desmayarme en los asientos de la sala de espera.

Para mi sorpresa y la de todos, es Sebastian quien logra convencerme de volver a casa. Me deja ver a Álex con la condición de regresar al departamento, darme una ducha y tener una vida normal.

Asentí, solo por la desesperación de verla, aunque sea unos minutos, porque vivir una vida normal no estaba en mis planes mientras ella siguiera ahí.

En cuanto entré a la habitación, me desmoroné.

Estaba pálida y conectada a tantas cosas que apenas pude reconocerla bajo la mascarilla. Mi alma entró y salió de mi cuerpo tantas veces, que cuando Borja decidió llevarme a casa, no puse resistencia.

¿Para qué? Solo era un cuerpo vacío, a merced de seguir existiendo.

Volví al día siguiente.

Y al siguiente.

Y al siguiente.

Mi día a día se transformó en una rutina de ir a la universidad, pasar por el hospital y volver a casa.

Y así durante una semana.

Estamos en noche buena, y Álex sigue sin despertar. Los médicos dicen que su cuerpo está empezando a mostrar los efectos del síndrome de abstinencia, pero al estar en coma, no los sufrirá tanto y podrán tratarla de la mejor manera posible.

Regreso a casa entre lágrimas al pensar en que Álex pasará navidad en completa soledad. Me duele el pecho, pero saco fuerzas para ir a ver a mi abuelo, y cenar con él, mi prima y míos tíos a los cuales no veía hace mucho tiempo.

Todos me dan palabras de aliento. No tuve que informarles de mucho porque la historia ya era conocida por todos.

La situación de Álex no solo estaba en la red; noticias, periódicos, redes sociales, todo el mundo hablaba de ella. Mientras se investigaba a la rectora O'Ryan que fue destituida de su cargo al comprobar que la información era verídica, se difundió la noticia que su hija estaba en el hospital, víctima de violencia de su exnovio.

Todo un chisme. 

Pero al contrario de lo que creí, la gente empatizó con Álex y se formaron campañas de apoyo para ella.

—Es increíble que esa pobre niña estuviera sufriendo por tanto tiempo y nadie hiciera nada —comenta mi tía en un suspiro, luego de ver una noticia donde la foto de Álex vuelve a estar en los noticieros.

—Mamá... —advierte Lía—. No es el momento.

—Lo siento querido. No sabía que ustedes salían juntos hasta ahora.

Niego con la cabeza en silencio para quitarle importancia. Pero se me ha cerrado el estómago, la garganta, los pulmones...

Me disculpo con todos y me levanto para tomar algo de aire. Minutos después, siento el característico bastón de mi abuelo acercándose por el pasillo.

—Maxi —murmura, en voz rasposa.

—Estoy aquí, abuelo.

Sigue el sonido de mi voz, y lo ayudo, alcanzándolo en la puerta y dejando que se siente a mi lado en la banca que está en el patio trasero.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora