🎤 4. Cuando tú vas

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(Chenoa)

ALEX

Max entra por las puertas de la biblioteca mirando hacia todos lados. Se ve nervioso y pasa constantemente su mano por el cabello desordenándolo y luego ordenándolo como un acto compulsivo.

Desde el sofá en el que estoy, lo sigo con la mirada y lo veo dirigirse hasta una de las salas individuales donde se sienta en la mesa y saca su laptop. Segundos después, mi teléfono vibra con un mensaje.

Megamax77: Ya estoy aquí.

Sonrío y escribo una respuesta.

Solaris: Lo sé. Puedo verte.

Luego de confirmar que no hay rastro del video, no perdí tiempo y le envié un mensaje para cobrar mi parte del trato.

Veo cómo lee el mensaje en la pantalla y mira a su alrededor intentando identificar quién puede ser Solaris. Vuelve a escribir.

Megamax77: ¿Dónde estás?

Solaris: Eso no importa. Tú espera ahí.

Tomo mi bolso y me levanto del sofá a paso decidido dirigiéndome al lugar. Una chica de mi estatura, con muchas más curvas que yo, se cruza interponiéndose en mi camino.

—¡Fíjate por donde vas! —espeta. Me observa de pies a cabeza y el reconocimiento se extiende por su rostro. Agacho la mirada para no verme enfrentada al juicio de sus ojos—. Álex, tanto tiempo sin verte. ¿Cómo está Julian?

No respondo. La rodeo y paso por su lado en dirección a la sala donde Max no me ve llegar al estar tan concentrado en la pantalla de su laptop.

Al entrar, me observa perplejo.

—Tenemos que hablar —digo, sentándome frente a él.

—No es un buen momento, estoy esperando a alguien.

—Sí, lo sé. Me esperas a mí.

Me observa por varios segundos abriendo y cerrando la boca, procesando mis palabras.

La sala en la que nos encontramos está rodeada de ventanales que dejan a la vista todo lo que pasa en su interior, pero la aislación acústica permite estudiar en un ambiente silencioso. Y tener conversaciones privadas como esta.

—Necesito que me hagas un favor —digo, al ver que no parece reaccionar.

—¿Por qué te haría un favor? Eres tú quien debe pagar el arreglo de mi auto.

—¿De tu auto? —inquiero de forma irónica—. Dime la verdad, ¿de quién era ese Audi que conducías el otro día?

Max abre la boca ligeramente sin comprender mis palabras.

—No sé de qué hablas —farfulla. Un ligero tono rosado se extiende por sus mejillas.

—No intentes mentirle a un mentiroso, es obvio que ese Audi no es tuyo.

—¿Qué? ¿C-Como...?

—¿Todavía no lo adivinas, Megamax?

Su mandíbula cae de la sorpresa mientras sus ojos miran de la pantalla a mí encajando las piezas. Su rostro palidece y se echa hacia atrás en la silla.

—¿Tú? Tú eres So-

—Sí, soy yo. Hice lo que me pediste, borré tu video y te salvé el culo. Ahora tú tienes que hacer algo por mí.

Evita mirarme a la cara. Parece muy avergonzado o cohibido. Cierra la pantalla de su Laptop haciéndola a un lado.

—También estás en deuda conmigo, me hiciste un favor, así que ya no te cobraré lo del auto. Estamos a mano.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora