🎤 8. Presiento

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(Morat / Aitana)

MAX

Enciendo. Apago. Enciendo. Apago. Enciendo. Apago. Enciendo...

Me quedo observando un momento la llama que baila con el viento en mi mano. Rapidamente, lo cubro con el metal del encendedor que consume el oxígeno y apaga el fuego.

Eso es todo lo que necesita. Por muy intenso o abrasador que pueda ser el fuego, sin oxígeno, no sería nada. Igual que las personas. Todos tenemos un fuego interior que arde con más o menos intensidad.

Mi estomago se contrae cuando una chica bajita y curvilínea se acerca caminando con paso inseguro hacia el lugar que hemos acordado reunirnos. Mira a su alrededor, como si temiera que alguien la descubriera reuniéndose conmigo en este lugar.

—Hola —murmura Sabrina al llegar.

Me pongo de pie y sin saber si debo saludarla con un beso en la mejilla u otra cosa me quedo parado como imbécil frente a ella.

—Hola, gracias por venir. —Hablo en voz baja. También miro a mi alrededor y entiendo un poco más su actitud. Cualquiera que pueda escuchar nuestra conversación podría correr el rumor de quienes son los protagonistas del famoso video de la piscina y todo mi esfuerzo por ocultarlo se vendría en picada—. ¿Te parece si caminamos?

Después de andar un poco, hablando de su carrera y otras cosas banales, decido ir al punto que hemos evitado y me lanzo a ojos cerrados.

—Escucha, Sabrina..., supongo que sabes porque te pedí que nos viéramos —empiezo, sin saber cómo continuar.

—Me hago una idea. —Me lanza una mirada de soslayo. Entonces ella lo recuerda y solo estaba evitando el tema—. Me sorprendió ver tu mensaje esta mañana... después de despertar esa mañana y no verte yo...

—Lo lamento, no soy así usualmente, es solo que no recuerdo nada de esa noche. Tengo un enorme bloqueo en mi mente.

—Ya... —cuestiona con ironía.

—Te lo juro. —Me pongo frente a ella, cerrándole el paso—. Necesitaba hablar contigo no solo para decirte esto, si no para... —Titubeo. Sería más fácil que fuera ella la que sacara el tema—. Sabrina, no estoy seguro si me cuidé esa noche, no lo recuerdo...

—Oh... —Pestañea varias veces, con sorpresa—. Tampoco es que yo estuviera muy sobria ese día, pero me juraste que estabas limpio y yo confié. Supongo que hacemos cosas estúpidas con alcohol en la sangre. ¿De verdad lo olvidaste todo?

—Te juro que estoy limpio. La universidad me obliga a hacerme exámenes constantemente en cada campeonato —afirmo, convencido—. Lo que me preocupa es otra cosa...

Me observa un momento y la comprensión llega a su rostro.

—¡Ah! Entiendo... —Ríe nerviosa—. Por lo otro no te preocupes, tomo anticonceptivos desde hace años.

Respiro un poco más aliviado. Sabrina me observa con una mirada curiosa y su sonrisa se ensancha al estar más en confianza. Algo en su mirada me enciende un pequeño chispazo en el estómago.

—Sabrina... No sé cómo se filtró ese video. Lamento mucho todo esto.

—Tranquilo, todo está bien. Por suerte nadie nos reconoció... además ya desapareció de la red.

—Sí, por suerte...

Se acerca un paso más con una sonrisa traviesa.

—Lo pasé bien esa noche, me dio mucho que me escribieras.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora