🎤 38. Lo que fuimos

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(Apolo 77)

MAX

¿Cuáles son los momentos en que más extrañas a alguien?

No son los recuerdos, ya sean nostálgicos, alegres o tristes. Tampoco esas situaciones en que te sientes como la mierda y necesitas un abrazo.

No.

Son en los momentos más felices de tu vida; esos en los que al fin consigues un sueño, te dan una buena noticia o logras algo que habías trabajado por tanto tiempo y lo primero que piensas es en contárselo a esa persona y compartir esa alegría. Esos son los momentos más difíciles.

Y aunque Álex sigue por ahí, a solo una llamada de oír su voz, no lo hago. Por lo que, al instante, un momento maravilloso pasa a ser una situación común y corriente en mi vida. 

Así me sentí cuando nuestra canción «Lo que fuimos» se hizo viral. Cuando llenamos por primera vez un pub, al punto de que las personas se quedaban afuera, estirando los cuellos para intentar vernos. Cuando dejamos de presentarnos en locales pequeños y empezamos a soñar a lo grande.

En solo cuestión de unos meses las redes sociales nos impulsaron a ser la banda del momento. Teníamos solo una canción original, pero eso, junto a los otros covers que seguíamos interpretando, nos mantenían en la cima de este pequeño mundo de popularidad.

Fuera de eso, mi vida sigue siendo como era antes de todo. Casi.

Voy a clases, entreno en el Dojo, vuelvo al departamento a crear nuevas canciones o ensayar algo para alguna asignatura, duermo y el día vuelve a empezar.

Sigo siendo admirado y popular, pero ahora por razones muy distintas a las de antes. Ganamos el campeonato de Karate por 3er año consecutivo y a pesar de que mi desconcentración me quitó varios puntos, gané todas mis peleas y me coroné nuevamente como el campeón en mi disciplina.

Ahora muchas personas me seguían, en ambos perfiles. Para todo el mundo «Maxi Vallone» era mi nombre artístico, sin saber que en realidad yo había cambiado mis apellidos hace mucho tiempo. Pero qué importa el orden de los apellidos o qué diminutivo usan para llamarme.

Ahora soy el mismo, sea en la universidad, con mi familia o con la banda.

No había ido a terapia desde el fallecimiento de mis padres, nunca lo creí necesario porque en mi interior pensé que ahora que se había terminado el infierno podría seguir con problemas. Pero las cenizas quedaron ahí, calientes y preparadas para desatar un nuevo infierno que terminó por estallar aquella noche en el aniversario del fallecimiento de mi padre.

Volver al psicólogo me ayudó a entender que en realidad nunca estuve fingiendo. Solo ocultaba una parte de mi personalidad a los demás, dependiendo en qué lugar me encontraba, pero ahora libre de esas ataduras puedo ser yo mismo, alegre, extrovertido, amante de la música y algo gruñón de vez en cuando.

La banda pasó de tener 5 mil seguidores a 100 mil en unos meses. Nuestras publicaciones se compartían tantas veces que era imposible seguir la pista de los comentarios como lo hacíamos antes.

En parte es mejor, porque cualquiera que nos insulte o diga algo malo, pasa desapercibido entre el resto de los comentarios de quienes nos apoyan.

Y a pesar de toda esta popularidad, mi vida parecía pasar entre días de ir a clases, sonreír por cordialidad, volver a casa a estudiar y los fines de semana ensayar con la banda para presentarnos en tantos lugares donde pudiésemos hacerlo. 

Se lo debíamos a todas las personas que nos apoyaban, y económicamente no nos venía mal.

Día tras día. Semana tras semana. Seguía mirando el calendario una y otra vez, esperando que pasaran los 6 malditos meses que Álex me había pedido. No sé por qué aún guardaba esa esperanza.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora