🎤 5. Mi propia cruz

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(Lucybell)

MAX

A las 7:20 ya estoy en la cafetería esperando a Álex.

El café que he pedido se enfría en la mesa porque estoy demasiado nervioso como para intentar pasar algo por mi garganta. Si bien, Álex me prometió que no averiguó nada relevante sobre mí, la ansiedad de saber si está mintiendo me tiene con un nivel de incertidumbre que no me deja concentrarme.

No pasan más de unos minutos cuando entra a la cafetería y tengo que mirarla dos veces para reconocerla.

Su cabello, usualmente desarreglado y con mechones que le cubren la cara, lo lleva peinado hacia un lado de una manera bastante sexy. Va con unos jeans negros ajustados con rasgaduras que muestran un poco de su piel, un top que no llega a cubrirle el ombligo y una camisa de leñador azul abierta por encima.

Nada que ver con la nerd que conocí. Al menos en apariencia, porque si tiene la inteligencia necesaria para hackear la red y crear un videojuego, es porque su mente debe ser más que brillante.

Con una sonrisa que desprende seguridad, se sienta frente a mí.

Quisiera saber cuál es la verdadera. ¿La chica callada que se esconde detrás de un seudónimo o la altanera que está frente a mí ahora?

—Llegaste temprano —dice a modo de saludo.

—No tuve muchas opciones.

—Lo siento. —Se encoge de hombros con desinterés. Es obvio que lo dice sin sentirlo de verdad—. Si no fuera importante, no te lo pediría.

Bufo. No me creo que en realidad sea su única opción. No es una chica fea, de hecho, es bastante guapa. Cabello rubio y ojos azules... Podría tener a cualquier hombre a sus pies si se lo propusiera.

—Bien, explícame cómo haremos todo esto. Y pide algo, yo invito.

—No te preocupes. No tengo hambre. —Saca su teléfono del bolso y lo mira con atención—. Tengo todo arreglado. He cruzado nuestros horarios de clases y vi un par de horas libres que coincidimos a la semana. Nos reuniremos aquí todas las mañanas y me acompañarás a mi facultad todos los días, en las horas libres nos veremos en la biblioteca y por la tarde me recogerás y me llevarás a casa.

—¿Disculpa? —cuestiono—. ¿Quieres un novio o un guardaespaldas?

Se encoge de hombros ignorando mi pregunta.

Tomo mi celular y observo pasmado mi calendario. Ha registrado todo lo que acaba de decir y los días que nos reuniremos en la biblioteca con colores diferentes, fácilmente identificable.

—¿¡Qué diablos!? —gruño, entre asombrado y enfadado—. ¿Te metiste a mi agenda sin mi permiso? No vuelvas a hacerlo. Solo dímelo y yo lo apuntaré.

—Te ahorraba algo de trabajo, pero como quieras.

La chica de la cafetería se acerca a tomar nuestro pedido. Pido una ensalada de frutas y otro café. Álex solo pide un té a pesar de mis insistencias.

—La hora libre del jueves por la tarde la tengo ocupada con otra cosa que no está en mi horario.

—¿En qué?

—No es asunto tuyo —mascullo, enfadado—. Escucha, acepté este trato porque no me dejas alternativas, pero te pediría que me dieras algo de privacidad.

—Guarda tus garras, tigre. No es mi intención meterme en tu vida —dice alzando las manos en defensa—. Muy bien, ¿otra cosa que deba saber?

—Entreno todas las tardes después de clases, si quieres que te acompañe tendrás que esperar a que termine y algunos de esos horarios libres que has marcado los ocupo para ensayar en la sala de música.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora