(Vicentico)
MAX
Me siento como un verdadero idiota.
Llevo 20 minutos sentado como un imbécil, levantando la cabeza cada vez que la puerta se abre y decepcionándome porque no es ella.
No sé qué estoy haciendo aquí, no sé para qué vine.
Frustrado, llamo a la camarera de la cafetería, pago lo que pedí —y lo que pedí para ella— y me voy a mi facultad.
Se acabó el juego. Álex me mandó a la mierda, al fin conseguí lo que quería y podré concentrarme en entrenar para las clasificatorias locales de Karate y empezar a preparar mi presentación final del semestre.
Pero concentrarme está muy lejos de ser algo real. No dejo de repasar en mi mente los besos de Álex e imaginando como pudo terminar ese día, de no ser Dani tan malditamente explosiva.
Mi cuerpo me pide buscarla, y aunque sé que es la idea más estúpida que he tomado en mi vida, a la hora de almuerzo voy a su facultad con la firme idea de hablar con ella.
Necesito saber que al menos me dejará en paz y no está tan cabreada como para exponerme en las redes con ese maldito video. Necesito saber que puedo seguir con mi vida sin el miedo contante de verme expuesto otra vez.
Pregunto por ella, pero nadie parece conocerla. O fingen no conocerla, las personas, todos actúan extraño cuando escuchan su nombre. Es como si Álex fuese un fantasma. De no ser porque sus labios se han grabado a fuego sobre los míos, creería que estoy enloqueciendo de verdad. Nadie parece conocerla en todo este sitio, hasta que entre las personas veo a alguien que si lo hace.
Su ex.
Me importa una mierda lo que pueda pensar, mejor incluso si piensa que seguimos juntos, es decir, fingiendo que seguimos juntos.
Me acerco y pongo mi mejor sonrisa antes de llegar al grupo donde está.
—Hola, Julián ¿verdad?
—¿Te conozco? —comenta él en tono despectivo, por la forma en que me repasa con la mirada, es obvio que me recuerda.
—Nos hemos visto alguna vez. —Sonrío de forma sínica.
—Ah, claro. Te recuerdo. Eres el hijo de Henry Campbell, el senador.
Alzo las cejas. Mi padre falleció hace 10 años y en esta universidad solo algunos han conectado mi apellido con el ex rector de la universidad. Pero en ciertos grupos, siguen recordando a Henry Campbell por su carrera política. Algo que claramente no quiero recordar.
«El hijo del senador». Lo detesto.
¿Cómo es posible que siga arrastrando ese apelativo?
—Max Campbell. —Extiendo mi mano en un saludo. Él la estrecha solo por presión social del resto del grupo.
—Julián Walker.
Su sonrisa es de fotografía, digno de una estrella de cine, como si por el mero hecho de decirme su nombre yo debería saber quién es, pero lo cierto es que no tengo puta idea.
—Estaba buscando a Álex, ¿la has visto?
Julian alza la cejas imperceptiblemente. Sus amigos jadean en silencio.
—No conozco a ningún Álex.
—Alexandra —aclaro—. Alexandra Castillo.
Me alza una ceja con aspecto desafiante pero indiferente al mismo tiempo. Los cuchicheos de los otros no pasan inadvertidos.
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[1] En tus manos©
Teen FictionMax lo tiene todo en la vida. Su propia banda, muchos amigos, popularidad y mujeres. Sin embargo, un video sexual que se hace viral, lo forzará a buscar ayuda en una misteriosa hacker y evitar perder todo lo que ha conseguido. Alex necesita ayuda...