🎤 19. Puedes contar conmigo

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(La oreja de Van Gogh)

Actualización doble 1/2

ÁLEX

Max no deja de vomitar el alcohol en exceso que lleva en el cuerpo. Intercambio una mirada con Borja que está junto a él, con cara de no saber qué hacer más que darle palabras reconfortantes y frotar su espalda, mientras su amigo solloza diciendo cosas sin sentido en medio de su colapso.

Debería sentirme bien por verlo tan destruido después de todo lo que me dijo, pero no. Me duele verlo así. Me duele que Sabrina lo haya engañado metiéndolo en este tremendo problema.

A menos que en realidad la víctima aquí sea ella y Max haya fingido haber olvidado ese encuentro solo para librarse de la responsabilidad.

—Por favor dime que es una broma —masculla sujetándose del inodoro—. Dime que no es verdad y solo estás enojada conmigo.

—No, Max. No estoy bromeando —respondo, rotunda.

Max suelta una serie de improperios llevándose una mano al rostro.

Debería irme. Ya hice lo que venía a hacer y no tengo más motivos para quedarme aquí.

—Bien, solo quería advertirte de esto para que estés preparado. Nos vemos.

—¡Espera! —exclama aun con los ojos cerrados—. Necesito hablar. Dame solo un momento, por favor.

El alcohol parece haber salido lo suficiente de su sistema para hablar con un poco más de claridad. O quizás fue el impacto de la noticia, pero parece más consciente que cuando llegó.

Asiento con la cabeza y me dirijo al sofá para esperarlo. Pasan varios minutos hasta que Borja llega y se sienta a mi lado con la mirada perdida.

—¿Es verdad? —pregunta con una voz sombría—. Que Sabrina está...

—Es lo que ella dice, pero considerando que Max... —Dejo la frase en el aire, no es necesario volver a recordar todo lo que hicieron—. Es probable que sí.

—¿Por qué le dices algo así si no estás segura? —cuestiona mirándome con el ceño fruncido—. Max está deshecho, tú... no entiendes lo que significa esto para él.

—¿Y tú sí? ¿Seguro?

Borja bufa, echando la cabeza hacia atrás sin decir nada más.

Minutos después, la puerta de su habitación se abre y Max sale del interior con el cabello mojado, ropa limpia y con el rostro hecho un asco. Borja se quedó corto al decir que estaba deshecho, más bien, está destruido.

—Álex —grazna con la voz ronca por el ácido del alcohol devuelto—. ¿Lo harás? ¿Harás lo que te pidió?

Está parado en medio de la sala con los ojos enrojecidos y los hombros caídos. Desde esa posición me observa esperando mi respuesta.

—¿Debería hacerlo? —inquiero, entornando los ojos.

—¿No confías en mí?

—Le mientes a todo el mundo —respondo—. ¿Por qué tendría que confiar en ti?

—¿Por qué viniste entonces? ¿Por qué me cuentas todo esto?

—Te lo debía.

Avanza con pasos inseguros hacia el sofá hasta quedarse de pie frente a mí. Con dificultad se pone de rodillas y me mira con ojos rojos y húmedos.

—No lo hagas, Álex. Te lo ruego. —Deja caer su cabeza en mi regazo con pequeños espasmos mientras solloza. Miro a Borja pidiendo ayuda, pero este parece estar tan conmocionado como yo—. No dejes que me haga esto Álex. No lo soportaría. No otra vez.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora