Cap. 12

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    La noche llegó tan rápido, que nunca imagino Vega sentirlo tan cerca solo faltaban horas; para terminar, se vio una última vez en el espejo de su dormitorio se tocó su mejilla evidenciando el gran trabajo que hizo en su maquillaje, además del vestido negro corto hasta los muslos sensual para su chico rudo, sonrió con suficiencia la pelirroja nada podía fallar, se miro nuevamente al espejo pequeño que tiene, para soltar las siguientes palabras.

—Bueno hoy es el día, brilla Vega Hill; al pasar esta noche serás rica y nadie te detendrá. — susurró, solo para ella antes de oír un golpe en su puerta.

    Bufo por lo bajo y se giró, para no seguir oyendo ese sonido, encontrándose del otro lado a un hombre alcoholizado, como siempre tanto que le causó repulsión, el olor que desprendía su piel; contuvo una respiración profunda para ver cómo estaba demasiado ebrio, que reía por todo y hablaba cosas ininteligibles.

  Como pudo; salió de su dormitorio y le pasó por un lado; sin darle la mayor importancia, tanto que los gritos que hizo su progenitor fueron peor.

—¡Oye! Mocosa ven aquí… a dónde vas… co con esa ropa. — pudo decir, mientras bebía otro sorbo de su botella de licor barato.

   Vega siguió buscando lo que necesita, lo encontró en uno de los cajones que ni siquiera él miraba y saco el arma para apuntar, pero su Padre solo se río de ella pensando que es un juego.

—Oh… vamos Vega… déjate de juegos.

—No es ningún juego idiota, podría matarte ahora y nadie sabría si fui yo. — agregó molesta, mirando al hombre importándole poco la situación.

    Enzo Hill, se acercó como pudo tropezando con sus pies, hasta verla de frente y ella solo elevo una ceja altiva; estando en guardia, para cualquier reacción de su parte; pero lo que dijo después la hizo enfurecer más.

—Mocosa… eres un estorbó nunca te quise… pero mi amada Daniela sí, cosa que no entenderé jamás, si ni siquiera eres nuestra hija… de sangre. — termino de hablar, riéndose al ver su cara llena de impacto.

      Para la mente de Vega, fue duro de asimilar todo; pero por meros segundos que le tomo entender, todo lo que esté alcohólico decía, no le estaba mintiendo, si los niños como los ebrios dicen la verdad, estaba claro, que todo los años que vivió; era la tortura que necesito ese hombre para aclarar, que no era su hija, sino una huérfana en un hogar que se vio cambiar al morir Daniela de Hill; todo su cerebro maquino rápido y solo la ira creció, en cada poro de su ser, para terminar con la risa de su progenitor no le apunto, solo en un ágil movimiento; que no pensó ser certero, golpeo su nuca tan fuerte haciendo que cayera al suelo de madera del mismo apartamento dejando a su vez un silencio absoluto.

   Miro lo que hizo y no sintió dolor; al contrario, se sintió feliz de hacerlo tanto, que hablo al cuerpo inconsciente de Enzo.

—Gracias por decir la verdad miserable, por eso te deseo la muerte y sé que te ahogaras en tu mismo alcohol Enzo Hill; desde este momento te digo, que la huérfana se va. — soltó cada palabra con amargura y odió por un hombre, que nunca la quiso, conociendo su realidad fue adoptada por ellos.

   Por lo que; volvió a su dormitorio, tomo su bolso de mano de color plateado muy elegante cortesía de Izan; miro un bolso con lo que necesitaba, ya que después va iniciar de cero y será lo que tanto deseó ser rica, colocó el arma en su muslo izquierdo muy lejos de verse, agradeció que fuera práctico y ensayó como sacarlo con rapidez si era descubierta, se miro al espejo una última vez, dónde salió junto con su bolso; para después estar afuera de ese edificio, que le trae solo lo malo que recibió desde los ocho años, estando a cargo de un miserable, que morirá pronto de tanto alcohol en su sistema sanguíneo.

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