Cap. 8

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    Tres días pasaron con éxito y otro mes estaba por culminar, en eso la mente de Vega estaba buscando la oportunidad de ver a Darío en un museo de pintura; supo por su informante que su hobbie es la pintura, desde donde se encontraba,vio la noche en los cristales posteriores del techo del mismo lugar noto que no había mucha gente, solo los que les encanta coleccionar o distraerse trayendo a su familia.


Respiró hondo,dejando un mechón de cabello tras su oreja,se miro en uno de los múltiples vidrios, que había en cada esquina del lugar y detallo su atuendo algo más casual un jeans Negro, con una blusa azul oscuro de lentejuelas tacones plateados, cortesía de los regalos que le ha dado Izan aún sin verse, le manda muchas cosa que agradece.


Al ver su rostro lo nota limpio con su marcará de pestañas que están bien definidas junto a un labial en color rojo algo seductor, lo uso con la astucia de poder besarlo al caballero; así la llamen loca; pero dejaré una huella en él, como lo está haciendo con Izan ambos van a caer, pero su mayor deleite es tener el poder de las empresas de cada uno o que gane la empresa con mayor rango financiero; curvo una sonrisa de solo imaginarse llena de poder.


Cuando dejo de verse, pudo vislumbra en la entrada del museo la llegada de un caballero imponente, como mirada tan interesante, se desplazo por el lugar en compañía de dos guardias de seguridad eso no le agrado a Vega, que sólo volvió a respirar; para calmar sus ganas de sacar de en medio a esos hombres que estorban, pero sabiendo de antemano que los debe tener para su protección, siendo un hombre muy influyente en el ramo textil; como pudo fue caminando a una distancia prudente, para que los de seguridad no estén sospechando de ella; se dedicó a ver cada pintura,sin parecerle interesante de hecho odiaba eso, solo le gustaba algo y era el dinero como el oro en grandes cantidades.


    Conforme ella veía algunas pinturas, de un extremo tan diferente del de él, se tocó la cabeza por un leve mareo, que sintió tocando a la vez la pared respirando algo agitada, volvió a dar otros pasos; para ir por algo en su bolso, era seguro que le hacía falta dulce en su sistema;al no comer bien su nutrición es baja, pero no contó con que volviera a sentir otro mareo está vez más fuerte; nublando su visión que fue directo al suelo, sin saber nada más.



(...)


— Señor debemos irnos, su seguridad no puede ser expuesta. — comunico el mano derecha Gómez.


Lo miró unos segundos tomando en brazos a la mujer, que cayó al suelo, que al darse la vuelta la vio en el mismo suelo, eso lo puso en alerta pensando la mejor forma de ayudar; para no llamar la atención de las personas del museo, no eran muchas en realidad; pero era mejor prevenir y por eso la dama pelirroja se encuentra en su auto y le sostiene su mano para ver si reacciona, algo que no hace por lo que su guardaespaldas está inquieto, con la situación y tiene mucha razón.


Lo miró indicando lo que debe hacer, pero su negativa llega y eso lo hace fruncir el ceño.



— ¡Señor! Mejor piense las cosas. — respondió, pero fue claro.



— Es una orden Gómez, llevemos a la dama a emergencias y esperamos que reaccione y después nos vamos a casa, tenemos tiempo. — gesticulo el castaño, tratando de ser paciente.

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