Cap. 1

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 Veinticinco años después.

El sonido de unos tacones resuena en un pequeño edificio, con cada paso que da las miradas de cada una de las personas que viven en ese lugar tan apartado de la ciudad del sur de Londres, se quedan observando, como una mujer de estatura media, delgada con piel de porcelana y cabello ondulado de color rojo; pasa para llegar a la salida usando un atuendo de una falda color rojo muy provocativa, unido a una camisa blanca con botones de manga corta junto a una chaqueta del mismo color, para finalizar con unos tacones de aguja en negro, lleva consigo unos lentes de sol, que la hacen pasar desapercibida para los ojos curiosos, aunque el que la conoce sabría, que esa mujer no tiene una libra partida por la mitad y millones de deudas a su favor, que debe solucionar o se verá en serios problemas.

Sin mirar a nadie en particular la dama sale del lugar y el sol nublado la ilumina, al ser un país tan frió casi no hay sol, pero con el paso del tiempo ha podido acostumbrarse; continua caminando por las calles tan húmedas y gira a una cuadra que la hace llegar a la parada de autobús, se queda esperando que pase alguien que la vendrá a recoger, así que solo se queda pensando su siguiente técnica, que la hará inmensamente rica, porque jamás querrá volver a una vida miserable junto a un Padre alcohólico; que solo le ha causado pesares y dolor en toda su existencia, con gran pesar se le viene un recuerdo de su Madre la que siempre velo por sus sueños, hasta que un problema en su corazón apago la luz de su vida dejándola sola, con un hombre que en vez de protegerla le hizo tener la peor infancia de su vida llenándola de maltrato, una cosa estaba segura, que ningún hombre, volvería a lastimarla; sino que ella sería la que les provocaría dolor hasta hacerlos sangrar, apretó sus puños de solo pensarlo; pero el sonido de un claxon la hizo sacar de su letargo; mirando el pequeño auto, siendo un clásico Mitsubishi en color azul oscuro, no tardó mucho en caminar del otro lado de la calle robando más de una mirada del sexo opuesto, esa era la idea atraer y con eso ella era muy buena.

Luego de media hora, ya se encontraban en una casa grande y confortable, estaba sentada en el sofá de la sala todo era en negro, el ambiente del lugar era de colores blanco y negro todo tan uniforme solo que las pinturas eran las que tenían color; dejando un espacio de pura armonía, bostezo por lo bajo reconociendo el buen gusto que tiene su compañero y mejor amigo Hugo; además de ser gay era un gran cocinero eso no lo podía negar, pero en el momento que iba a ponerse de pie, llega el anfitrión de la casa con dos copas de excelente vodka y le entrega una a ella que gustosa lo toma, sin decir nada más.

Eso hizo que su amigo, elevará una ceja y se sentara en otro sofá, para relajar su delicado cuerpo.


— Veo que eres una malagradecida, al menos di gracias Vega. — Comunica y ella solo lo ve, al dejar de tomar su bebida.


— Oh vamos... sabes que mis gracias son caros, así que mejor ahórrate el drama mi querido Hugo. — Le responde, con una sonrisa socarrona.


— Ohhh... entonces debo darte una alabanza reina Isabel. — se burla y sigue bebiendo su licor.



— Tal vez no soy la reina Isabel; pero seré la puta soberana de dos empresas, que me harán rica, tanto que todo el mundo tendrá que pisar mis pies o por donde camine. — Aclaro con autoridad, dejando que su amigo solo curvara una sonrisa cómplice.


Por lo que Hugo elevo su copa en lo alto, diciendo las siguientes palabras.


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