Cap. 24

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   Una pila de documentos recibe de su secretaria Darío Price, pero el castaño sin dudar les echa un vistazo y firma a la vez; sin dejar de hojear lo más importante que lo pueda comprometer, una de las habilidades que tiene es la memoria fotografía de uno a cada diez personas han podido nacer con ese don, que a más de uno a beneficiado; pero otros lo usan para fines no buenos; ante una sociedad o eso puede intuir su secretaria que cada día se asombra de lo que puede hacer, solo que su mente está más alejado de lo personal y eso puede evidenciarlo, al cortar las llamadas importantes de los señores Price.

Muy a su pesar, no desea inmiscuirse; conociendo el problema, que radico ese cambio en su persona, marcando un antes como después del suceso del robo que la tal Vega Hill realizo y con ello rompió, una amistad de años entre dos hombres que convivieron desde la infancia.

Suspiro por lo bajo, dejando que su jefe la mirara por un momento:


— ¿Qué sucede?


—Nada señor Price, solo estoy pensando. —respondió a su pregunta.


—Muy a menudo lo haces Denisse, pero te diré lo mismo de siempre; solo enfócate en el trabajo lo demás tendrá solución. —Aclaro de forma fría, dejando que su asistente asienta con pesar.


—Así será señor. —Dejo por sentado, al tomar la carpeta, que él mismo le extendió.

Para cuando dio media vuelta, la voz grave de él, la hizo detenerse antes de tomar el picaporte.


—Denisse el "Señor" está de más. Solo dime Darío como siempre, en eso nada ha cambiado. —Sugirió, dejando que ella haga un asentimiento.


—Por supuesto joven Darío. —Añadió con una sonrisa de lado, para después salir de la inmensa oficina.

Enseguida volvió a sus documentación; pero una llamada telefónica lo detiene al mirar la pantalla, respiro por lo bajo, dejando los papeles y tomar el teléfono armándose de valor; para el gran reproche de su Padre, era al único que no podía evadir, ya que debía mantenerlo informado con todo lo relacionado de la misma empresa. Acto seguido atendió la llamada.


—Saludos Padre.


—Me alegra oír la voz de mi primogénito.


Eso lo hizo curvar una sonrisa momentáneamente que fue disminuyendo, acto seguido se puso de pie, hasta llegar al gran ventanal y mirar como la capital le brinda un ambiente muy nubloso, casi de lluvia.


— ¿Cómo esta Mamá y Jhony?

Fue evidente del otro lado el suspiro pesado, que realizo su Padre, dejando a Darío algo preocupado.


—Cataleya esta excelente, incluso me pidió decirte que tenemos una reunión benéfica en un albergue de animales.


— ¡Entiendo! Seguramente desea que vaya, no solo por la beneficencia. —Aclaro.


—Conoces a tu Madre, además aislarte no te ayuda en nada, no quiero tener más problemas con tú hermano es más que suficiente.

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