Capítulo 20

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Santa

El viento pega en mi cara, mis zapatos son sacados de mis pies al mismo tiempo que Erick lo hace con los suyos. Retira su corbata y saco, arremangando su pantalón para poder caminar a gusto.

__ No te conocía estos gustos, Ambrosetti - le digo cuando empezamos a caminar - Te ves como un tipo de todo menos como uno que le gusta la sencillez.

__ Si me gustara la sencillez, no me gustarías tú - manifiesta sin dudar un solo segundo volviendo un temblor en mi tórax - No soy de gustos comunes o sencillos, soy de gustos exclusivos. Hay una gran diferencia en esos términos. Estoy caminando aquí como muchos, pero con una mujer que me odia cuando su humor cambia. No cualquiera lo hace.

__ No te odio - confieso - Me caes mal por momentos. Eres nefasto, obstinado, prepotente y un soberbio que no deja le ganen una  discusión.

__ Tus halagos son un gran incentivo - contesta con una risa ladeada.

__ Se me olvidó que eres sarcástico - añado - Y muchos más.

__ Aún así aceptas estar cerca mío cuando lo ofrezco.

__ Porque también me haces pensar lo que puede pasar si lo hago. No te vayas por otros lados - lo empujo - Me refiero a que son anécdotas que tendré para contar. No me gusta perderme de esas.

__ ¿Que mala deducción puedo sacar de lo que dijiste? - siento mis mejillas arder - Tiendes a adelantarte mucho a pensamientos ajenos, Santa.

__ Es uno de mis defectos - acepto con simpleza - Siempre ha sido de ese modo y no es algo que puedo evitar, más bien, creo que, disminuye mi rendimiento.

Hasta ahora no había pensado en ello.

__ No lo vería como un defecto. - escucho a Erick entre un silencio solo roto por las olas y el viento que corre.

__ ¿Cual es tu mayor defecto? - pregunto de la nada.

__ Ninguno. - contesta tranquilo.

__ Que humilde. - suelto con sarcasmo.

__ ¿Ves? Todos son halagos, nadie llenaría de halagos a quien tiene defectos - volteo la mirada por sus palabras, detiene sus pasos y cuando creo dirá que debemos irnos solo da un vistazo a todo nuestro entorno - En realidad, supongo que lo que podría tomar como defecto es mi empecinamiento por obtener siempre lo que quiero, aunque, no es un defecto en si.

__ El señor perfecto. - esa risa causa revuelo en mi estómago pero decido ignorarlo para no caer más aún. - Entonces eres un empecinado

__ Diría que sí. Una vez conocí a una chica en una cafetería que me hizo tener alucinaciones extrañas - me intereso cuando continúa - Busqué ignorarlas, por mucho tiempo. Aún cuando llegué a donde quisimos, no se fueron esas alucinaciones. Entonces, además de ser un empecinado, soy soñador obsesivo.

__ ¿Conozco a esa chica? - pregunto directamente.

__ No lo sé. No sabría asegurarlo porque no estoy al tanto de tus contactos.

Muy pocas veces este tipo saca su lado juguetón y siento que debería aprovecharlo al máximo. Además no es alguien a quien le dure mucho el buen humor.

Un segundo está riendo y al otro ser un sujeto amargado.

Tiro de su mano llevándolo conmigo al agua.

__  Dijiste una caminata - le recuerdo tirando su saco en la arena seca junto a mis zapatos y mi celular.

__ Eso no es una caminata - se me suelta y vuelvo a tomar su brazo.

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