Capítulo 30

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Santa

Tres días en los cuales no tengo una sola palabra de mi madre más que un saludo. Esconde ese temor que tiene en una enfermedad por la cual mi abuelo se preocupa al pensar que su hija agarró algún virus en su trabajo.

Quiero hacerle entender que no le reprocho nada, que si piensa que me voy a poner a exigir una respuesta está equivocada. Solo quiero saber que está bien, que no se va a dejar caer por un encuentro más, que no huirá nunca porque no fue lo que me enseñó.

Preparo la comida para el abuelo y yo en la mesa, ya que Mónica se rehúsa a salir de su lugar seguro. De igual manera se lo dejo listo para cuando decida bajar, que sé es cuando no haya nadie en casa por lo cual salgo con el abuelo para darle su espacio.

__ Un rato en el centro comercial, no es lo que un viejo como yo quiere. - me dice Tom, con su traje impecable. Es un perfeccionista que cuida tanto de su espacio personal como de su imagen.

__ Es mi cumpleaños en unas horas básicamente, una salida con el hombre más importante de mi vida es todo lo que quiero - me pego de su brazo al entrar al gigante lugar.

__ Con tus dieciocho años es realmente innecesario cargar con un señor que le duelen las rodillas. - se queja haciéndome reír. - Puedes hacerlo con tu amiga, esa gritona que tienes en el trabajo y tiene nombre de flor.

__ En primera, no estoy cumpliendo 18. Respecto a Lila, se quedó en Miami por lo de la competencia, así que tienes a tu nieta todo el día. Valorame - subo con él a las escaleras mecánicas. - Eres un afortunado.

__ Si a eso le llamas ser la última opción. - murmura fingiendo molestia.

__ No eres mi última opción. - repelo riendo - Eres la más importante, Tomás Preston.

__ General Tomás Preston.

__ General Tomás Preston. - corrijo siguiendo su juego.

Sonríe orgulloso con el título que se ganó, no hay mejor mirada que la de un señor de casi setenta estar recordando sus batallas pasadas con los logros que obtuvo y de los cuales se siente complacido haber ganado.

__ Viví una vida larga.

__ No viviste, seguirás viviendo. - agrego siendo clara en que es lo que necesito de mi señor abuelo.

__ Para un hombre que pensó moriría a los treinta dejando a su hija y esposa solas, llegar a los sesenta conociendo a su nieta es realmente el mejor logro que ha tenido - camina conmigo, quiero tenerlo en una cena y para eso necesita un traje que lo haga lucir como el galán que es. - Pero me preocupa Mónica.

Suspiro pesadamente al oír que piensa en el bienestar de su hija aún cuando esta no nos habla a ninguno.

__ No puedes engañar a quien estuvo en interrogatorios y propició muchos de esos. - me dice en una clara advertencia de que no quiere le mienta - Soy padre y abuelo, mis medallas más grandes para presumir son esas, pero en ocasiones noto a mi hija y nieta estar mintiendo descaradamente.

Su voz herida duele.

__ ¿Te fallé? - visualizo la tienda al fondo.

__ Nunca podrías fallarme, mariposa. No pienses eso, pero considera decirme la verdad antes que la encuentre por mí mismo. - me ofrece su brazo y no dudo en enredar mi mano con la suya dedicando una sonrisa gigante que sale a flote por el simple hecho de tenerlo conmigo.

__ Prometo que te diré todo en el almuerzo. - afirmo llevándolo donde había predispuesto horas atrás.

Le indico a la dependienta lo que busco mientras el abuelo no puede creer que estoy hablando cómo si no estuviera presente, pero si le pedía permiso se iba a negar y cuando dice que no, no hay nada que hacer para cambiar su respuesta.

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