Epílogo.

1.4K 119 13
                                    

Santa


__ ¿Que hiciste a mi hijo? - le pregunto a Erick, quien va con la vista fija en un folleto, mientras rasca su barbilla.

La extrañeza en sus facciones es notable, pero Tom no está y fue eso lo que me sacó disparada de la habitación. Desde que regresé de la cripta de los Bosch he estado muy sensible, pero era necesario poder decirle toda la falta que mi abuelo me haría en un día tan especial como el que se avecina.

Por ello no encontrar a mi hijo me nubló el razonamiento por completo.

__ No he tomado al niño. - contesta con el ceño fruncido. - Revisaba lo de...

__ Pues caminando claramente no salió. - me altero al oír su respuesta. - Erick, no quiero tus juegos, por favor. Tom no puede estar por ahí solo.

__ A ver, Santa cálmate. No pasa nada, de seguro con el estrés de mañana no te fijaste bien. - trata de tomarlo con toda la tranquilidad que tiene.

__ No es eso. Sé que lo dejé sobre la cama antes de ir a darme una ducha. - comento con el miedo de que algo le pase. - Pero cuando regresé no estaba, solo su manta.

La voz se me quiere romper, paso saliva deseando quitar el nudo que tengo.

__ Erick, no hay...

__ Ya sé hizo de nuevo. - aparece Arleth con el bebé en sus brazos. - Creo que voy a...huele muy mal. Así no lo voy a querer.

Como una luz enmedio de mi preocupación aparece con Tom en brazos, dándome la oportunidad de volver a respirar.

Sin pensarlo voy hacia ella para tomar a mi hijo de solo cuatro meses y apretujarlo contra mi pecho como si no hubiera un mañana. Si algo llegara a pasarle sé que no lo resistiría.

Es mi motor de vida. La persona que con solo pasar su día a día a mi lado, me da la energía para seguir.

Mónica dice que por ser madre primeriza mis miedos son normales, pero que trate de manejarlos lo mejor posible, aunque eso aún no logro hacerlo. Es mi hijo, quiero hacerlo todo bien, no fallarle.

__ Bien dicen que el amor de madre es gigante. Yo no haría eso. - arruga la cara Arleth.

__ ¿Porqué te llevaste a Tomas sin avisar? - le reclama su hermano. - Alteraste a Santa.

__ No me lo llevé sin avisar. Le envié un mensaje y dejé una nota en su espejo. - excusa con naturalidad. - ¿Acaso no lo viste?

__ Lo siento.Me asusté y no tuve cabeza para nada más. Supongo que sí estoy estresada. - me disculpo apenada por hacer un alboroto de la situación.

__ A veces siento que soy ignorada por casi todos. - atribuye a su vez con molestia. - Pero los perdono solamente porque será un día precioso mañana y si me enojo, no me veré hermosa cómo dama de honor.

__ Egocéntrica. - acusa su hermano.

__ Y tú no lo eres ¿Cierto? Eres peor que yo.

Verlos pelear ha sido de todos los días cuando Arleth tiene vacaciones. Supongo que es lo que los hermanos hacen, a lo que no puedo dar fe, ya que soy hija única.

Me hubiera encantado tener un hermano, saber si esas peleas habituales de mi cuñada y mi casi esposo eson normales. Porqué estarse ofreciendo dar en adopción al otro no lo he visto en nadie más, mucho menos en sus intentos de terapia que no entiendo como comprenden lo que se tratan de decir, si hacen enredos propios de ellos.

__ Venimos por el novio. Son las cinco, quedamos a las cuatro y al zoquete se le olvidó. - dice Leandro con clara molestia.

__ Tengo cosas que dejar listas para mañana. - argumenta mi prometido con obviedad.

Invictos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora