Capítulo 45

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Santa

Cuarenta y siete minutos pasan de las ocho de la noche. Así se muestra en la pantalla del móvil. La ceremonia ya lleva casi una hora de haber iniciado en lo que estamos en el medio de un tráfico tenaz con bocinas sonando cada segundo.

Al parecer a todo mundo se le dio por estar en las calles a esta hora.

Sorprendentemente llegamos a Miami, con tanto atraso, dudé en que lo lográramos. Entre buscar al piloto, un vestido para Mónica y yo fue un desgaste de tiempo. Prepararnos fue peor al no encontrar todo al instante. El tiempo se pasó volando, aterrizando a las ocho en el aeropuerto.

Pero toparnos con un tráfico tan grande nos entorpeció el camino, pues llevamos más de media hora en este. Desde hace diez minutos Taylor se dispuso a sacarnos de la forma en que sea llamando a todo mundo. Me siento como novia en apuros.

Algunos de los tipos que integran el consorcio de Taylor sufren al oírlo casi gritar y luego disculparse por la prisa que tenemos de llegar a tiempo.

Erick por su parte está al pendiente con no sé quién, el cual lo mantiene al tanto de lo que sucede en la ceremonia.

Estoy sudando. El aire acondicionado no ayuda en mucho, ya que la presión se me dispara al estar en contra del tiempo. No quiero fallarle en esto también. Aprieto el relicario en mi mano, cerrando los ojos y guardando la calma.

Por favor, por favor.

__ Ya vienen por nosotros. - exhala Taylor buscando aire. - ¡Lo conseguí!

Observa a Mónica, la cual cree que no sé qué por más que se rehúsa sigue sintiendo algo por el hombre que la ve como la octava maravilla del mundo. Esas miradas no se dan a cualquiera y ellos dos echan chispas cada vez que sus ojos se encuentran.

__ Están en una presentación musical. - avisa Erick interrumpiendo el momento tenso que los hace separarse. Con el móvil en su mano viene a nosotros. - Conseguí que lo atrasaran unos minutos. Solo eso tenemos.

__ Llegaremos a tiempo. - me dice Mónica posando su mano en mi hombro. Lo quiero creer así. Solo asiento. No quiero verme como una loca neurótica, pero el pulso lo tengo acelerado y no puedo hacer más que salir a tomar aire.

El frío viento golpea mis mejillas y cierro los ojos disfrutando de no sentir que estoy en un horno.

Esto es de no creer. Juraría que iba a llegar a tiempo, sin embargo; estoy en medio de la autopista rodeada de automóviles y personas enojadas que presionan el claxon deseando salir del embotellamiento al igual que nosotros.

Vamos a llegar, abuelo.

Suelto una bocanada de aire, quitando el nudo que tengo entre pecho y espalda. A él no le gustaría verme llorando o tirada en mi cama cuando pude ganar una estatuilla para los dos.

Lo logramos, general.

Quiero que lo sepa. Puede que ya lo haga.

El ruido de unas aspas me hacen dar media vuelta para ver a un helicóptero aproximándose en nuestra dirección. La aeronave sobrevuela arriba de nuestras cabezas causando la perplejidad de quienes ven como somos su objetivo.

Taylor hunde los hombros a modo de restarle importancia, junto a una sonrisa que me contagia al verlo tan relajado. Se ha esmerado mucho en cumplir mi objetivo esta noche. Su misión es que llegue a los Clio's y no se mide a la hora de elegir métodos para lograrlo.

Nos ayudan a mi madre y a mí a subir, para luego hacerlo Erick y él iniciando el viaje que nos saca de la autopista. El piloto saluda a Taylor y este lo pone al tanto de la prisa que llevamos. En auto nos tardaríamos casi media hora en llegar, pero en el helicóptero se reduce a unos cuantos minutos para ver cómo sujetos vestidos de traje piden a todos despejar el lugar donde aterrizamos.

Invictos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora