Capítulo 25

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Santa

Limpio mi nariz con la picazón que siento en las fosas nasales, estoy furiosa, llena de enojo y con una impotencia guardada que me tiene con un nudo en la boca del estómago.

__ Dime. - una chica de mirada azul celeste y cabello liso amarrado en una coleta aparece por la puerta con una manzana verde que sigue mordiendo

__ ¿Se encuentra Erick? - cuestiona. Se me hace conocida pero no recuerdo de donde, recuerdo haberla visto pero no el lugar donde lo hice. - Dile que Santa Preston necesita hablar con él.

__ ¿Santa Preston? ¿La Santa Preston que lo tiene...

__ Arleth. - dice Ethan Ambrosetti atrás suyo. Claro, ya recuerdo dónde la vi. - Ve por las llaves del auto antes que me arrepienta.

__ Ahora no quiero ir, ¿ya viste quién vino? - inquiere señalándome - Es Santa Preston.

__ Ya escuché su nombre, muchas veces de tí. - se mira apenado en lo que escondo la gracia que me causa la chica - Disculpa por su atención exagerada, por no decir metiche de...

__ ¡Yo no soy metiche, papá! - se queja ella con un chillido.

__ No tiene porqué pedir disculpas, señor Ambrosetti, tampoco tú, Arleth - doy mi mejor sonrisa - Solo quiero saber si Erick se encuentra.

__ Está en su dormitorio - señala el padre de los hermanos Ambrosetti.

__ Yo te llevo. - ofrece Arleth pero su padre tira de su blusa deteniendo a la chica que lo mira mal.

__ Tú te quedas. Iremos por la despensa, antes que tú madre llegue y regañe a los chicos de no tener nada.

__ Ahora no quiero ir.

__ ¿Te pregunté sí querías ir? - se la lleva con él - Subes las escaleras, es la segunda puerta a la derecha.

__ Yo puedo llevarla, ya no me parece interesante ir a comprar comida - pelea su hija.

__ Nadie va a comprar comida porque le parezca interesante. Es una necesidad así que camina, niña.

__ Podemos intercambiar números para que me cuentes...

__ Se queda en su casa. - sonríe el hombre que heredó esa belleza atrayente a sus hijos. No tienen pieza mala por lo visto, es como ver genes perfectos ser repartidos entre todos. Al menos físicamente no hay defectos a la vista.

El padre tiene cierta similitudes con Erick, esa seriedad se la pasó a su hijo sumado al físico de hombre atlético que resalta entre tantos, el color de su mirada cambia, más no lo que emanan al enfocar sus ojos en algo en especifico. Con su hija, por lo poco que conozco dudo mucho quiera parecerse a ellos dos, es como si deseara romper el molde, o tal vez sea a causa de su madre, aún no puedo decir si es por eso porque solo la he visto de lejos.

Mis nudillos golpean una sola vez pero nadie responde, por lo cual intento una vez más.

__ No quiero nada, Arleth. - exclama esa voz ronca, con cansancio.

Abro la puerta con sumo cuidado para verlo con un chándal, una remera que deja al descubierto parte de su abdomen por su brazo que cubre el rostro apacible que me gusta detallar en momentos de crisis mentales.

__ No soy Arleth. - hablo logrando baje el brazo, incrédulo se mueve para sentarse.

__ ¿Como llegaste aquí? - pregunta con el entrecejo fruncido.

__ Le pregunté a Darell... Bueno, lo hizo Lila, pero fui yo quien le pidió averiguara donde encontrarte - explico entre ademanes temblorosos, robando una sonrisa de sus labios. Suspiro como tonta para un segundo después reponerme al efecto de su cercanía.

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