Había llegado a la casa verificando que Pete no estaba a la vista para preparar la mesa. Hizo su mejor esfuerzo aunque sabia que no era muy bueno en ello.
Cuando subió a buscarlo pudo verlo dormido pacíficamente mientras Macau movia sus manitas.
-Siempre despiertas antes tramposo- lo cargo de entre las almohadas jugando con él.
Había olvidado decirle todas las frases románticas qué se le habían ocurrido, que estúpido. Logró ver una pequeña sonrisa cuando vio el barazalete a juego con su collar pero Vegas perdió esa sonrisa de vista muy rápido.
Llevo a Macau a bañarse, eso si sabia hacerlo, después de tenerlo había ayudado un par de veces a bañarlo porque Pete terminaba cansado de tanto desvelarse.
-¿Donde...?- se pregunto abriendo varios cajones, en busca de algún mameluco entero para dormir, esos eran los que recordaba que usaban pero no estaban.
Abrió el último cajón del closet, reconociendo de inmediato una prenda, ese encaje no lo olvidaría nunca, aun recordaba la primera vez que se lo vio puesto a Pete, lo habían hecho tres veces esa noche. Estaba casi seguro que cuando hicieron a Macau, Pete tambien usaba alguno de esos.
Cerro rápido el cajón pasando saliva con fuerza volviendo a su búsqueda. Iba a darse por vencido cuando lo vio entrar y resolvió el problema rápidamente, si, Pete tenia todo bajo control en casa, el momento en que lo vio inclinarse para cargar al bebé, la mente de Vegas lo traicionó dirigiendo su mirada al trasero de su novio. Ese pantalón enorme no lo dejaba ver mucho, pero podría asegurar que sus caderas eran más anchas y su trasero más grande que antes del embarazo. ¿No lo había notado antes? No, porque desde antes de nacer su hijo, Vegas no se atrevía a tocar a Pete, habían sido épocas difíciles, tenia más presión, su novio cansado todo el tiempo, recuperarse de la cesárea, dejó el sexo a un lado para concentrarse en el trabajo.
Hizo su pedido, lo dejaría a decision del menor, no lo había planeado pero esa ropa interior y lo que sentían sus manos aun por encima de la tela del pantalón lo habían motivado.
Se dio una ducha sin entender lo del mal olor, reviso su ropa pero solo olía su colonia y el aromatizante del auto a vainilla y caramelo, tal vez debía cambiarlo, ahora que ponían atención si se quedaba mucho en la ropa.
Se puso únicamente el pantalón de su pijama, había pasado un rato, seguramente Pete no vendría a dormir con el, lo intentaría otro día, tenia que buscar la forma de seducirlo, después de meses había tocado una de las partes favoritas de su cuerpo y sus manos picaban por tocar más, estaba necesitado de su novio.La puerta se abrió suavemente y reconoció la figura de inmediato, sonrió un poco y encendió la lámpara de la mesa de alado, muy apenas iluminando, pero lo suficiente para borrar su sonrisa al ver ese delicioso color rojo carmesí en la boca de Pete. Bajando su mirada a la enorme playera holgada y... nada más. Donde terminaba esa playera podía ver los muslos de Pete, recuerdos vinieron a la mente de Vegas, su piel suave, como lo sostenia con fuerza de ahí cada que lo hacía suyo. ¿Por que nunca volvió a pasar la noche con el? Cierto, el trabajo y la escuela consumían su juventud, pensó en lo que le dijo Tawan, estaba equivocado, el qué había dejado de atender a su novio era Vegas, perdió el romance, los detalles, incluso la intimidad qué en ellos era tan fuerte.
-Viniste- dijo sentándose en la cama con su espalda pegando en la cabecera, su respiración se agitaba mientras sus ojos pasaban de los labios a las piernas.
-¿Me voy?- pregunto con una mirada divertida. Vegas no había visto esos ojos en mucho tiempo, emocion era lo que sentía.
-No. No te vas a ir- se estiró para jalarlo del brazo.
-¿En serio? ¿Vas a amarrarme?-se agacho hasta dejar su rostro frente a Vegas- Te gustaban las esposas- rozó sus labios con los de él.
-Debería tener algunas otra vez- era un juego, un par de veces habían intentado experimentar, funcionaba, era placentero pero dejaban muchas marcas, lo que hacía qué la gente preguntara, así que lo habían dejado.

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Overboard (AU)
DiversosVegas y Pete eran la pareja del momento, desde que se conocieron todos a su alrededor podían sentir la química entre ambos jóvenes; generando una expectativa sin pensarlo mucho. Sin embargo, todos estamos expuestos a tomar decisiones precipitadas...