PETE

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-Siéntate ya a desayunar Venice- regañó por tercera vez a su hijo menor.

-No quiero comer eso- se quejó.

-Pues es lo que hay, te aguantas. O quedate sin comer- dejo el plato de todos modos frente al menor.

Varios meses habían pasado después de los sucesos, la lindura de Venice no duro demasiado, los últimos días andaba de malas con todos, irritado y respondon.
Querían culpar a las nuevas amistades por el cambio de nivel escolar pero en el fondo Pete sabia que su hijo tenia un carácter problemático.

Su hijo mayor bajo corriendo las escaleras con el cabello húmedo todavía.

-¿Es tarde?- pregunto llegando al comedor.

-No, siéntate. Tu papá aún no baja tampoco- segundos después apareció el nombrado sentándose a desayunar con ellos.

-¿No vas a comer algo?- le pregunto Vegas al ver su vaso de jugo.

-No tengo hambre- respondió Pete simplemente.

-No deberías dejar de comer, te puedes enfermar. Espero que si estés llevando comida o compres algo en el camino- asintió con una sonrisa al regañó de su esposo.

-¿Te emociona entrar a la universidad?- le pregunto a su hijo más grande, viendo como finalmente el más pequeño caía por el hambre y comía de mala gana lo que cocinó.

-Si, aunque estoy nervioso. Ninguno de mis amigos esta en la misma facultad- Pete lo vio hacer una mueca.

-Ninguno era amigo de fiar, te salvaste hijo, creeme- Pete asintió con la cabeza muy a su pesar.

Después del incidente, al parecer se corrió el rumor en la preparatoria qué Macau era demasiado cobarde y como un niño miedoso había salido huyendo de la prometedora noche con el chico sexy, malo y mayor. Ocasionando qué sus "amigos" no volvieran a incluirlo en actividades fuera de las escolares. Pete sabia lo difícil que era darte cuenta que quienes creías amigos, al final no lo eran. El único chico que se quedo al lado de su hijo después de eso había ido a otra universidad.

-Harás nuevos, tu tranquilo- le dijo intentando animarlo.

Cuando terminaron se lavaron los dientes y fue a despedirlos en la puerta, Vegas llevaba tambien a Venice de paso a la escuela secundaria donde había iniciado una semana antes que la universidad de Macau.

Regreso a la mesa viendo como todos los platos estaban vacíos.

-No querías comer eso, si claro- negó con la cabeza limpiando todo antes de subir a arreglarse para ir al jardin de niños donde trabajaba.

-Deberías ir al doctor- le dijo su compañero de trabajo cuando regresó a la cocineta donde desayunaban- No es normal eso, desde la semana pasada estas asi-

-Ya agende una cita hoy de hecho, iré a la salida- tomó asiento bebiendo de nuevo solo un jugo, era todo lo que toleraba.

Los jardines de niños lógicamente terminaban clases más temprano que las demás escuelas así que salio rápido directo a la clínica para su chequeo, para cuando salio de ahí ya era tarde.

Condujo algo nervioso hasta la escuela de su hijo menor. Encontrandolo como últimamente de malas, refunfuñando por todo sin sentido.

No le dijo nada y solo manejaron a casa. Fue directo a cambiarse de ropa, se sentía incómodo, también había subido algo de peso, el uniforme del trabajo lo hizo darse cuenta, aunque ahora entendía qué era normal.

-Baja a comer- le dijo a Venice qué ya se disponía a jugar videojuegos- Y quítate el uniforme, en la ropa sucia por favor-

Habia algo de comida del desayuno que solo calentó y preparo verduras rápido para complementar.

-¿Otra vez? Te dije que no quiero comer eso- se quejó su hijo llegando a la mesa.

-Y yo te dije que es lo que hay, aquí no es restaurante. Siéntate o quedate sin comer- había comenzado con dolor de cabeza por todo lo que estaba pensando y lo último que necesitaba era otra discusión como las recientes con Venice.

-Pudiste preguntarme qué quería ¿Es tan difícil? Los padres de mis amigos los llevan a comer a otros lugares. Nosotros tenemos el dinero y aun así me haces repetir la comida- Pete soltó un suspiro.

-Hago un esfuerzo por cocinarte cosas que valgan la pena, no cualquier cosa rápida de la calle- le respondió algo fuerte.

-Pues yo no te pedí ese esfuerzo- su hijo se cruzo de brazos en señal de reto.

-Solo come Venice- estaba sintiendo la acidez subir por su garganta.

-No quiero eso. Pediré algo a domicilio, descuida. Lo pagaré con mis ahorros- tomó el teléfono de la pared.

-No vas a traer comida rápida ¡siéntate y come!- le quito el teléfono interponiendose.

-Todavía me gritas... en esta casa nadie trata de ponerse en mi lugar- Pete rodó los ojos intentando contener el malestar en su estómago.

-Ustedes son los que no se ponen en mi lugar ¿sabes cuando tiempo invierto en pensar que te voy a cocinar?- explotó sin previo aviso- todo porque quiero que comas bien, que crezcas bien, que tengas buenos hábitos. ¡No sabes lo que se siente no tener quien cocine para ti Venice! Así que no discutas y sientate a...-se cubrió la boca ante la mirada sorprendida de su hijo por haberle gritado así por primera vez.

Corrió al baño detrás de las escaleras y se encerró, devolviendo solo los restos de jugo qué traía en el estómago.

-Papi..papi ¿Estás bien?- escuchaba los toques en la puerta- ¿Llamo a papá? ¿U..Una ambulancia? ¡Papi! ¡Contestame!-

Jalo la palanca y enjuago su boca con pasta de dientes, no tenía su cepillo ahí pero eso serviría por el momento. Tomo un respiro y abrió la puerta.

-Papi... Comeré todo, lo prometo. ¿Estás bien?- veía la preocupación en los ojos de su hijo.

-Ve a comer y ni una palabra de esto a tu padre- lo tomó de los hombros y lo hizo girar para caminar de vuelta a la cocina.

Solo se hizo un poco de avena esperando que eso calmara su estómago, mientras comía unas galletas saladas bajo la mirada extraña de su hijo.

-¿Estás enfermo?- le pregunto Venice recogiendo su plato y lavandolo él mismo.

-No exactamente- fue todo lo que dijo.

-¿Por que no puedo contarle a papá?- pregunto ahora llegando frente a Pete.

-Porque hablaré primero yo con él- respondió mirándolo.

-Lo siento papi, no quería decir esas cosas- se acero con su mirada en el suelo.

-Venice.. perdí a mi mamá a tu edad y no hay día en que no extrañe como hacia mi comida todos los días al regresar de la escuela. No valoramos las cosas a tiempo a veces- se sintió triste de pronto, malditas hormonas, estaba sensible.

-Me gusta tu comida, cocinas rico- sintió lo brazos rodearlo- Perdón, no me voy a quejar otra vez-

-Bien..- le devolvió el abrazo- el fin de semana podemos ir a comer lo que tu quieras con papá y Macau ¿Si?-

-Si.. no llores- sintió sus manos en sus mejillas, no se había dado cuenta en que momento le había ganando el sentimiento- No me gusta verte triste y fue mi culpa-

-Solo cuida lo que dices, las palabras lastiman mucho a veces- dejo un beso en su frente antes de ponerse de pie- Primero la tarea y luego puedes jugar, si te veo con la consola y no la has hecho te suspendere el uso-

-Esta bien- acepto con una mueca mientras se iba a su habitación.

Pete recogió los platos una vez que se sintió más tranquilo, dejando la cocina limpia.

Subió a su habitación revisando entre su bolsa del trabajo, sacando el sobre del hospital. Y del segundo cajón una prueba de farmacia.

-¿Como voy a decirle esto a Vegas?- suspiró dejándose caer en la cama preocupado.

Overboard (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora