☏ 09: Decente ☏

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Había pensado que luego de unas horas me sentiría mal por lo que había hecho en el trabajo. Me equivoqué con eso, en especial por la mirada de sorpresa de Jenna y la sonrisa débil en el rostro de mamá.

—Lo hiciste—jadeó Jenna con sorpresa cuando terminé de contarles porque había llegado tan feliz—, en verdad por fin lo hiciste.

—Yo creo que pudiste ahorrarte un par de insultos—comentó mamá—pero por lo demás estoy de acuerdo en que te hubieras defendido de tu jefe.

—¿Bromeas?—Jenna giró la cabeza hacía mamá como si hubiera soltado algo imperdonable—, ¡Los insultos fueron la cereza del pastel!, yo creo que antes se dejó varios de ellos que hubieran quedado mucho mejor con la situación.

Les había contado todo como había pasado, incluso cuando había comenzado a gritar furiosa en esa oficina, saltándome obviamente cuando salí de la oficina y todas las personas con las que me crucé de allí a la recepción me dedicaban miradas de preocupación, lastima y admiración.

Los chismes en esa oficina corrían más rápido que el fuego dentro de un almacén de madera, así que había elegido enviarle un audio a Alicia con toda la explicación de lo que había pasado para que ella tuviera mi versión de los hechos, porque podía apostar a que Axel ya la había encontrado y le estaba diciendo cualquier cosa con tal de que me despidieran.

—¿No te preocupa?—preguntó mamá luego de que Jenna terminara de soltar su admiración por lo que había hecho—, podría pasarte algo mucho más grave que un reporte.

—Lo sé—suspiré y me froté el rostro—, solo espero que Alicia tenga compasión de mi alma y no se lo vaya a tomar todo con tanta severidad.

—Tu jefa es increíble—aseguró Jenna—, seguro que de haber estado habría terminado por gritar un: "¡Esa es mi asistente!".

Solté una carcajada que mamá correspondió con una sonrisa divertida. Me crucé de piernas en el suelo mientras que Jenna estaba sentada al lado de mamá en el kiosco.

—¿Al final te inscribiste en equitación?—le pregunté a mamá para desviar el tema.

—Sí, hoy tuve un recorrido por los establos para conocer los diferentes caballos que hay aquí.

Jenna comenzó a hacerle preguntas al respecto y yo me contenté viendo a mamá que, aunque seguía viéndose igual de cansada pero llena de una extraña energía que no la dejaba quedarse quieta, se veía mucho mejor.

La terapeuta me dijo que mamá estaba poniendo de su parte en este proceso, que se le veían comprometida con tener por fin una recuperación a su depresión y que si seguía así podía ser que en unos cuantos meses pudieran comenzar una terapia que pudiera seguir desde casa.

Aunque aún era demasiado pronto para suponer que todo iba a marchar como si estuviéramos deslizándonos por un arcoíris, no era tan estúpida como para creerlo, pero si quería creer que era posible que luego de tanto por fin... pudiéramos estar bien.

Esperaba que esta vez todo fuera por el camino correcto. Ella se merecía ser feliz, por fin.

Pero cualquier buen sentimiento desapareció cuando anocheció y llegué al departamento. Creo que hubiera preferido levantarme en la madrugada y caminar todo el trayecto hasta la oficina en lugar de haberme pasado toda la noche dando vueltas en la cama porque Alicia me había enviado un solo mensaje al respecto:

«Lo hablamos mañana en la oficina»

Seis palabras que no me habían dejado pegar un ojo ni un solo segundo desde que las había visto. Le había dado vueltas de todas las formas posible, pensando en lo que el idiota de Axel Ward había podido decirle a Alicia como para que pareciera que se había puesto de su lado.

Cuanto te odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora