☏ AXEL WARD ☏
—¿Estás seguro de esto, Axel?
Podía comprender su duda porque no era algo normal que yo le estuviera pidiendo algo como eso un día como hoy, pero era necesario para que todo saliera perfecto.
Tenía que ser perfecto.
—Empiezo a sentirme ligeramente ofendido, Gladis—le dije con una sonrisa—, ¿En verdad crees que no puedo con esto?
—No dije nada parecido—se cruzó de brazos y encarnó una ceja—, solo se me hace extraño.
—Míralo como unas pequeñas vacaciones, así pasas algo más de tiempo con tu familia que debe de pensar que estas a punto de hacerme tu favorito.
Soltó una carcajada y negó mientras miraba todas las cosas que ya había sacado de la nevera. Suspiró y me miró como si quisiera leerme la mente para saber lo que tramaba.
—Puedo ayudarte con eso antes de irme.
—No hace falta—le resté importancia—, puedo hacerlo todo y a ti te falta un descanso. Carl te está esperando en la puerta.
Gladis lanzó una mirada a la cocina como si quisiera grabársela en la mente antes de que yo fuera a destruirla, era demasiado ofensivo que pensara que no era capaz ni siquiera de preparar una comida pero no me atreví a decirle nada porque estaba demasiado ansioso porque se fuera.
Quizás más de lo recomendable.
—Sea lo que sea que trame esa cabeza tuya—murmuró dándome una mirada severa—voy a terminar por descubrirlo sin importar lo mucho que intentes evitarlo.
—Se me olvidaba que lees mentes—me burlé.
—No es necesario cuando eres tan malo ocultándome cosas—me sonrió con burla—. Nos vemos el lunes, Axel.
Me quedé mirándola mientras se marchaba y estuve a punto de reírme en su cara porque si supiera lo bien que le ocultaba cosas no diría eso con tanta seguridad, la diferencia era que confiaba y la apreciaba tanto que le contaba todo.
O casi todo.
Cuando escuché la puerta principal me gire a encarar el montón de comida y ollas que había sacado para preparar la comida que le ofrecería cuando llegara. Podría haberle dicho a Gladis que lo hiciera antes de irse pero no sería lo mismo, porque ella me había dejado en claro en su carta que lo que quería era mi esfuerzo.
Y lo iba a tener todo.
Todavía no podía entender como luego de todo lo que había hecho ella me había dado la oportunidad no solo de explicarme también de compensarlo y, quizás con algo de suerte, corregirlo todo. Era demasiado buena.
Quizás más de lo que merecía.
Aparté aquello porque no iba a permitir que nada me hiciera retroceder, no cuando había alcanzado algo que creí que nunca podría tener, así que me puse manos a la obra con la comida. No es que no supiera cocinar, es solo que era demasiado lento para hacerlo porque necesitaba seguir las instrucciones al pie de la letra y, bueno, al menos esperaba que quedara comestible.
Tenía tiempo antes de que llegara, bastantes horas, porque su último mensaje solo tenía la hora en la que llegaría y eso me había dado un espacio de cuatro horas para intentar hacer algo decente y ligero para antes de probar el vino.
No podía permitir que bebiera alcohol sin tener nada en el estómago.
Luego de haberlo cortado todo y de empezar la difícil tarea de cocinarlo escuché el timbre. Cerré los ojos un segundo para pedirle a quien fuera que pudiera escucharlo que no fuera ella porque no estaba en condiciones para recibirla.
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Cuanto te odio
Любовные романыNunca lo había visto tan enojado. Estaba frenético, no parecía él mismo, y tuve que improvisar para tranquilizarlo. Solo eso. ¿Qué tan malo podía ser detener su destrucción de una oficina, que yo luego tendría que limpiar, con un beso? BORRADOR SIN...