Empezaba a ponerme nerviosa. ¿Era normal que alguien se bebiera una botella completa de whiskey en menos de veinte minutos? ¿Al menos era seguro?
—Deja de mirarme así—se quejó.
Axel estaba sentado todavía en el suelo, con la mirada en la pared. Había pasado al menos media hora antes de que él me sentara a su lado y siguiera bebiendo sin decir una sola palabra.
Me había quedado justo donde él me había puesto porque no había una sola posibilidad de que lo dejara solo, menos ahora que lo estaba viendo alcoholizarse como si estuviera bebiendo agua. La zona rojiza en su mandíbula estaba disminuyendo porque no había dejado de presionarlo con el hielo y la sangre en su labio se la había limpiado ya con todo el alcohol que había bebido.
—Lo peor es que incluso así te ves hermosa—las palabras le salían apenas entendibles—, y quiero que te quede aquí aunque sea solo para mirarte.
—No voy a irme a ningún lado—le recordé.
Axel empinó la botella para beber lo último que le quedaba antes de girar la cabeza para mirarme. Sus ojos grises estaban enrojecidos, aunque no sabía si era por el alcohol o por todo lo que había llorado.
—No hablo de ahora—murmuró, poniendo especial esfuerzo en que pudiera entenderlo—, me refiero a mañana. Todo el tiempo. Siempre te quiero aquí, Tayra.
El corazón se me aceleró con violencia. ¿Era cierto que los borrachos siempre dicen la verdad?
—Como siempre mi padre echó todo a la mierda—soltó una carcajada vacía—. Había planeado mañana al río Hudson y llevarte a un lindo hotel para contártelo todo, ya no se va a poder.
Se acercó la botella para darse cuenta de que estaba vacía. Cerró los ojos y gruñó con frustración, intentó ponerse de pie pero lo detuve por los hombros.
—¿A dónde crees que vas?
—A buscar otra—movió la botella vacía en su mano—, tengo mucha sed.
—No hay más alcohol para ti esta noche—le aseguré.
Le quité la botella vacía y la aparté lo suficiente para que no pudiera romperla por error. Axel soltó un gruñido y dejó caer la cabeza contra la pared.
—¿Por qué?—se quejó.
—Porque yo lo digo—eso lo hizo sonreír un poco—. Has bebido demasiado en muy poco tiempo.
Suspiró con fuerza y dejó caer las manos a los lados de su cuerpo, aparté la toalla de su rostro para ver el golpe, seguía rojo pero al menos no se estaba inflamando. Eso era bueno.
—Lo estás diciendo—dijo, arrastrando de nuevo las palabras—porque sabes que te quiero tanto que voy a hacer lo que tú quieras. Eso es manipulación.
El corazón se me aceleró con violencia antes sus palabras. ¿Me quería? ¿Lo estaba diciendo en serio?
—No me lo parece—le dije tratando de ignorar los elefantes que comenzaron a saltarme en el estómago—. ¿Quieres contarme que fue lo que pasó?
La pequeña sonrisa se le borró y se tensó con fuerza.
No iba a obligarlo a contarme nada, ni sobrio ni ebrio, pero no podía evitar sentir curiosidad al respecto. Necesitaba más motivos para alimentar el odio desmedido y abrasador que sentía por su padre.
Hasta antes de hoy yo creía que Lucius Ward era un hombre amable, elegante, atento y empático con el que hubiera sido mucho más fácil trabajar. No se me hubiera ocurrido ni siquiera en broma que fuera un abusivo pero por la nula reacción de Axel no era difícil pensar que era un alarmante constante en su vida.
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Cuanto te odio
RomanceNunca lo había visto tan enojado. Estaba frenético, no parecía él mismo, y tuve que improvisar para tranquilizarlo. Solo eso. ¿Qué tan malo podía ser detener su destrucción de una oficina, que yo luego tendría que limpiar, con un beso? BORRADOR SIN...