El brillante sol de la mañana me hizo arrepentirme de haber decidido tomar el enorme gabán negro para complementar mi atuendo, al menos agradecía llevar bolso para llevarlo colgando de la correa.
Lo único que no podía hacer era sujetarme el cabello que llevaba lacio o Jenna me asesinaría luego de haberse pasado quince minutos alaciándolo y que llegara en la noche para verme las hondas de la liga.
Al llegar al edificio me sorprendió chocarme en la puerta con un hombre alto, delgado pero imponente, con su cabello oscuro iluminado por varias canas que en lugar de envejecerlo parecían darle… forma. Sus ojos grises dieron con los míos y me ofreció una sonrisa amable.
—Lo lamento—se disculpó como si fuera culpa suya que nos hubiéramos golpeado—, Tayra, ¿No es cierto?, la asistente de Alicia.
—Así es, señor Ward.
—Ella habla maravillas de ti—me confesó con amabilidad—, espera cosas muy grandes de ti.
—¿En serio?—le pregunté con sorpresa.
—¿Qué ganaría con mentirte?, en verdad has ganado su aprecio y no dudo un segundo que hayas hecho más que méritos para lograrlo.
Saberlo era gratificante, al menos luego de tanto tiempo trabajando aquí y dando todo lo que podía para hacer mi trabajo. No es que tuviera un trabajo muy importante pero saber que lo poco que hacía contaba era… maravilloso.
Y me lo dijera la persona que era la antítesis del Ward que me esperaba arriba era un completo halago.
—Muchas gracias, señor Ward, es usted muy amable—le sonreí—. ¿Necesita que lo ayude con algo?
—No es necesario—se encogió un poco de hombros, como restándole importancia—, lo que tenía que hacer aquí ya está hecho.
—En ese caso, tenga un buen día señor Ward.
—Igualmente, Tayra.
Con esa gentil despedida él se hizo a un lado para dejarme entrar y le sonreí en agradecimiento antes de encaminarme al ascensor. En verdad que no entendía como alguien como él había tenido un hijo tan despreciable.
Aunque Axel Ward hacía días que había dejado de ser una completa molestia, al menos conmigo.
Tomé el ascensor y subí hasta la oficina, encendí la computadora y preparé los informes antes de ir a la oficina de Alicia que era la única que tenía una reunión en la mañana, Axel se las podía arreglar por si solo hasta después del mediodía.
Al entrar en la oficina de Alicia la vi mirando unos documentos con sus lentes de lectura rosados y el ceño un poco fruncido, no con concentración, lucía irritada.
—¿Señora Berman?
Sus ojos se levantaron hasta dar conmigo y soltó un suspiro de cansancio, al menos podía decir que no se encontraba en ese estado por mi culpa.
—Tayra—me sonrió apenas—, ¿Traes lo necesario para la reunión?
—Así es—le confirmé mientras me acercaba para dejar los dos informes sobre su escritorio—, contabilidad y la propuesta del departamento de marketing.
—Bien, al menos una buena noticia hoy—me miró con preocupación—. Hoy no es un buen día, así que no te tomes personal su actitud.
—¿La actitud de—
Me interrumpí yo misma al darme cuenta de quien hablaba, no es como que hubiera visto al señor Miller enfadado antes, así que se trataba de la otra persona a la que debía tratar.
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Cuanto te odio
Любовные романыNunca lo había visto tan enojado. Estaba frenético, no parecía él mismo, y tuve que improvisar para tranquilizarlo. Solo eso. ¿Qué tan malo podía ser detener su destrucción de una oficina, que yo luego tendría que limpiar, con un beso? BORRADOR SIN...