Este capítulo es del inicio de la historia así que, por ende, Axel de nuevo es un idiota de nuevo pero ahora es para que entienda como fue que él vivió el momento en que se conocieron y se presentaron.
☏ AXEL WARD ☏
El ruidoso gemido del orgasmo de ella llenó el silencio del baño. No recordaba ni siquiera como se llamaba pero tampoco importaba demasiado, lo único relevante era lo bien cuidado que estaba su cuerpo y la forma magnifica en que sus senos rebotaron a cada embestida.
Aunque no había sido suficiente.
—Dios—jadeó recuperando el aliento, aferrándose todavía al lavamanos—, eso fue maravilloso, señor Ward.
Sus ojos oscuros buscaron los míos a través del espejo y me obligué a asentir.
No me sentía menos frustrado que cuando había aceptado sus coqueteos en la recepción del edificio, lo que no era culpa de ella porque había cumplido bastante bien con su función, pero ahora mismo no sería la mejor compañía después de un buen orgasmo.
Le solté la cadera y me aparté para volver a acomodarme el pantalón, todavía tenía mucho trabajo que atender en mi oficina y mi maldito asistente no era capaz de hacer una sola tarea bien ni para salvar su propia vida.
Estaba a un solo error de despedirlo.
La vi de reojo comenzar a acomodarse la falda y el cabello, estuve a punto de agradecer internamente que no quisiera decir nada más para no tener que ser un idiota, cuando se giró con una sonrisa en los labios.
—Estoy disponible para lo que necesite, señor Ward—la sonrisa en sus labios rojos podía ser considerada como seductora—, a cualquier hora, solo tiene que buscarme.
—Lo tendré en cuenta.
Eso fue todo lo que dije y ella pareció no necesitar más para marcharse por fin, meneando las caderas a cada paso que daba. Me froté el rostro y aguante un suspiro antes de imitarla.
El trabajo me esperaba en la oficina y ahora que se me duplicaba al tener que revisar lo que hacía el inútil de mi asistente no debía perder ningún segundo ahora que había conseguido una distracción momentánea para relajarme lo suficiente como para no echarlo a la calle como merecía.
Al salir un golpe casi me mandó de vuelta al interior del golpe lo que me genero una punzada tanto de enojo como de irritación.
¿Qué las personas no podían mirar por dónde iban?
—¿Qué no sabe que ese es el baño de mujeres?
Eso me hizo mirar a quien me había chocado. En definitiva no era lo que esperaba.
Vaya, vaya.
Se trataba de una mujer que había llegado como caída del mismo cielo y que mejoraba entre más subía la mirada, con unas preciosas piernas que eran apenas cubiertas por el vestido azul oscuro que llevaba, una cintura que seguro podría rodear con mis manos para subirla al mármol del lavamanos, un par de senos con el tamaño suficiente para que quisiera sacarlos del apretado escote del vestido, una piel blanca y que parecía muy suave, el cabello castaño que le caía por la espalda y los labios pintados de rosado que se veían apetecibles incluso aunque los tenía apretados con fuerza.
—Mejor no diga nada—murmuró ella, incluso su voz era suave, dando un paso hacia atrás—, ya me puedo imaginar la respuesta.
Sus ojos claros, de un delicado color miel, me miraban de una manera muy distinta a la chica de la recepción. Ella no parecía haberme hecho la misma evaluación visual a la que la había sometido, parecía más bien que mi sola presencia le resultaba incomoda.
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Cuanto te odio
RomanceNunca lo había visto tan enojado. Estaba frenético, no parecía él mismo, y tuve que improvisar para tranquilizarlo. Solo eso. ¿Qué tan malo podía ser detener su destrucción de una oficina, que yo luego tendría que limpiar, con un beso? BORRADOR SIN...