☏ EXTRA: Lo dulce de la miel ☏

4K 194 16
                                    

TAYRA BEIN

Estaba bastante nerviosa.

No, nerviosa no era palabra para describir como me sentía ahora mismo, con el estómago revuelto y el cuerpo temblando, tan agitada que me sentía ahogada y a punto de vomitar si intentaba comer algo que no fuera agua.

Ahora mismo me daba cuenta que no debería haber sido tan dura con mamá el día de su matrimonio porque sentía las mismas ganas de no presentarme que ella.

El karma era bastante cruel.

—¡Ma!

Dacey me llamó con impaciencia, alargando la vocal tanto que parecía más un grito que un llamado, cuando la miré ella sacudió sus manos como si esa fuera explicación suficiente.

—¿Qué quieres, cielo?

—¡Ah!

Fue todo lo que dijo antes de sacudir más sus brazos. Suspiré y me acerqué a la cuna para levantarla, Henry había llegado muy temprano para llevarse a Dean que tenía cara de terror cuando lo tomó en brazos, dijo algo como que los hombres tenían que prepararse juntos, antes de llevárselo.

Lo último que escuché fue su grito, aunque podía estar segura de que Axel se había hecho cargo de él casi tan rápido como salió.

No verlo tampoco estaba ayudando mucho, ayer apenas si habíamos podido desayunar juntos antes de que Henry, Alán, James y su abuelo se lo llevaran a un hotel para su despedida de soltero, aunque él había repetido todo el tiempo que no quería algo como eso ya que no estaba soltero desde hacía más o menos dos años, sobraba decir que nadie le había puesto mucho cuidado.

Habíamos intercambiado un par de mensajes pero Jenna y Kassandra no me habían dado mucho tiempo libre para pensar en ello. Habíamos cuidado de los mellizos y luego me habían llevado a la sala para la celebración de "solteras", seguro a mi futuro esposo le iba a dar un infarto cuando supiera que su hermana y mi hermanastra habían confabulado para meter strippers en nuestra casa.

Eso si es que Kassandra no se lo había dicho ya.

No me quedé a toda la función pero nadie notó que me fui a dormir con mis hijos, no porque los modelos no tuvieran un cuerpo bastante tonificado que se habían ganado a pulso y con un excelente movimiento, cada billete que las lunáticas de mis amigas le habían lanzado, se debía a que el único cuerpo que me interesaba ver debía de estar en un hotel con su propio show de strippers.

Eso no lo dudaba un solo segundo.

—¡MA!

Dacey me trajo de vuelta a la realidad cuando tiró de mi camisa con fuerza, molesta. Mi hija tenía un temperamento que desde luego había heredado de su padre.

—Dime—le pedí, acomodándola mejor en mis brazos—, ¿Si eres consciente de que no te leo la mente?

—¡AH!

Molesta, como si mis palabras la hubieran ofendido, tiró de mi camisa con fuerza mientras gritaba. Sacudí la cabeza y aun así sonreí cuando salí con ella en brazos a la cocina para prepararle su biberón.

Dacey era, sin duda, un agujero negro de comida y leche. Todas las frutas le encantaban y me volvía loca gritando cada tanto que quería una.

En especial porque gritaba por todo ahora que manejaba un par de intentos de palabras.

—¿Le puedes poner las cosas más fáciles a tu madre que te ama?—pregunté con diversión, mientras la ponía en la silla portátil que dejábamos sobre el mesón—, mira que hoy está más nerviosa que de costumbre.

Cuanto te odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora