Lo había intentado pero no había podido dormir demasiado y había sentido que había pasado una eternidad desde el momento en que nos habíamos acostado y cuando había amanecido.
Me había cansado de estar acostada y me había zafado con sutileza del agarre de Axel, quien no había tardado en quedarse dormido, y me había sentado en la cama mientras me abrazaba las piernas y lo observaba.
Era bastante consciente de lo acosadora que me veía pero no quería arriesgarme a despertarlo si intentaba levantarme. Además se veía bastante bien mientras descansaba, no porque alcanzara un nivel de belleza digno de dioses se trataba de lo que su rostro expresaba, era un nivel de paz que me hubiera gustado alcanzar.
Y mientras esperaba a que el sol saliera me había puesto a evaluar la situación al mismo tiempo que consideraba la decisión a la que había llegado ayer.
Si alguien me hubiera dicho hace tres meses que yo iba a estar considerando los sentimientos de Axel me habría partido de risa, pero ahora no era capaz de tomar una decisión que sabía cómo tomaría.
Me tomó varias horas reconocer que Jenna podía no haberse estado equivocando cuando me dijo que intentaría apartar a Axel de la misma manera que había hecho con Paul, pero mi intención nunca había sido esa. Lo que quería era que ninguno se metiera en una situación que no le correspondía.
Ninguno me debía nada y por eso mismo tenía que pedirle, como había hecho con Paul, que no gastara su tiempo acompañándome porque ahora mismo no había nada que me interesara ni la mitad de lo que me importaba la seguridad de mamá. Axel no tenía por qué gastar su tiempo en un hospital y yo no podía permitirlo.
Incluso después de todo lo que había hecho no lo merecía.
Cuando amaneció me levanté con cuidado y tomé mi mochila para cambiarme el pijama. No me molesté en ir al baño o buscar el armario, tampoco es como que Axel no me hubiera visto desnuda si es que despertaba, solo me metí en una sudadera rosa que había guardado para cuando volviéramos de Miami.
Para cuando terminé de guardar todo, escuché un gruñido que me hizo levantar la cabeza para ver a Axel levantarse mientras se frotaba los ojos. Sentí que el pecho se me apretaba mientras lo veía.
No podía creer que sintiera que el corazón se me partía en dos.
—Buenos días—saludó con la voz ronca.
—Hola—aunque hubiera querido sonreírle, fui incapaz de hacerlo.
—¿A dónde vas?
—Al hospital—me colgué la mochila mientras trataba de desvanecer el nudo que se me construía en la garganta—. No es necesario que te levantes.
Lo vi intentar pararse pero se detuvo y se volvió para verme con el ceño fruncido. Solo había llegado a quitarse la manta por lo que podía ver sin ninguna clase de barrera todo su cuerpo y el recuerdo de cómo me había sentido entre sus brazos estuvo por hacerme ir a enterrar la cara en su cuello para perderme en la seguridad de sus brazos.
—Pedí un auto—mentí antes de que dijera nada—. Tampoco tienes que quedarte todo el día en el hospital conmigo, seguro tienes otras cosas mucho más importantes que hacer.
—¿No tengo que hacerlo o no quieres que lo haga?
Su voz, a diferencia de la primera vez que habló, sonaba fría. La garganta se me cerró cuando sus ojos grises se entrecerraron.
—Ambas—admití, aclarándome la garganta para que no me temblara la voz—. No me debes nada como para aguardar todo el día en la sala de espera, Axel.
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Cuanto te odio
RomanceNunca lo había visto tan enojado. Estaba frenético, no parecía él mismo, y tuve que improvisar para tranquilizarlo. Solo eso. ¿Qué tan malo podía ser detener su destrucción de una oficina, que yo luego tendría que limpiar, con un beso? BORRADOR SIN...