☏ 40: Alcohol ☏

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—¿Otra vez?—se quejó Henry.

—Si no te gusta mi elección puedes ir a tu departamento, seguro que allá tienes televisor.

Ignoré la pelea de la pareja mientras miraba la pantalla sin entender nada de lo que veía.

¿Me había vuelto paranoica? ¿O solo estaba loca? Quería creer que ninguna de esas opciones era realidad. En verdad. Pero pasarme la semana entera dándole vueltas a algo no creía que fuera el indicativo de lo contrario.

Al principio había querido creer que se trataba del trabajo, porque Alicia y yo nos habíamos pasado los días entre conferencias y reuniones interminables, sumado al plan que ambos estaban llevando a cabo para Texvo. Al menos hasta que fui testigo de cómo él me evitó.

Axel Ward se había pasado la semana entera evitándome.

Cuando estaba en la oficina de Gisselle y él entraba ni siquiera me miraba, solo le decía a Gisselle lo que necesitaba y se marchaba, pero si nos encontrábamos por los pasillos él no decía nada o solo daba media vuelta y se iba. No fui la única que se dio cuenta de que estaba actuando raro, incluso ella me preguntó si habíamos "peleado" por algo.

No sabía qué demonios había pasado y porqué había comenzado a actuar de ese modo justo después de la presentación.

Y eso no era lo peor.

Ayer me había hartado lo suficiente como para preguntarle por mensaje que había pasado y él no solo no me respondió, me ignoró de manera deliberada.

Quería matarlo.

—Pues vaya cara.

Miré a Henry que estaba mirando la pantalla, en busca de algo diferente ya que había terminado la película que Jenna había insistido en poner, cuando mi amiga se fue a la cocina para preparar palomitas de maíz. Me acomodé mejor en mi sillón y me froté el rostro, algo que causó las quejas de Scotty que había elegido mi regazo como punto de descanso.

¿Era normal que un perro durmiera tanto?

—¿Qué cara?

—La que tienes de querer matar algo.

—Quiero matar a un entrometido—bromeé, Henry rió y me lanzó el cojín que tenía más cerca, lo atrapé divertida—. Estoy bien.

—¿Es por Anaí?—preguntó con algo de preocupación, desvaneciendo su sonrisa—, ¿Has hablado con ella hoy?

—En la mañana—asentí—, está bien. Mi tía va a llevarla a no sé qué evento en la ciudad, se escucha feliz.

Lo que no había servido para desvanecer del todo la preocupación en mi pecho, aunque ya la manejaba mucho mejor. Al menos había empezado a tener menos pesadillas.

No dijo nada pero tampoco parecía muy convencido. No podía juzgarlo, la verdad es que apenas había dicho nada desde que desperté y había aceptado borrar mi cadera pasando todo el día en la sala mientras veíamos películas juntos.

Porque hacer de mal tercio era la habilidad de mi vida.

Lo vi pasar varías portadas sin detenerse a mirarlas y suspiré. Henry era la clase de personas que no preguntaba de más pero tampoco dejaba su curiosidad sin resolver, él hacía presión visual silenciosa.

Algo que ignoré.

Jenna llegó poco después, dejándome a mí las palomitas de caramelo. Vimos una película de acción y luego otra de terror en silencio, roto de vez en cuando por los gritos ahogados de Jenna y las risas de Henry. En verdad me hubiera gustado prestar atención a cualquiera de las dos cosas pero me sentía extraña.

Cuanto te odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora