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— Y recuerda: no enamorarte de Yagami por más simpática que sea — advirtió Toga entre risas. Parece que esta situación es una broma para ella —, porque puedes ser calcinado por Dabi.
— ¿Terminaste? — pregunté. Me miró y sonrió. Torcí los ojos.
— Todo saldrá bien, Dabi — alentó Compress —. Con la información recabada, podrás tener a Scarlet a tus pies.
— Ajá.
— Bien, Kurogiri. Es hora.
El mencionado formó un portal donde Compress cruzó. El portal se cerró a los segundos. Por medio de una cámara escondida en el cuello de su camisa y su diminuto intercomunicador en su oído, nos podíamos comunicar con él y ver todo lo que la cámara puede captar. Al tenerla en la mira, comenzó a seguirla. Lleva una chaqueta negra y un pantalón negro con botas negras. Va de espaldas, así que no puedo mirar su rostro. La imagen de la cámara se muestra en el monitor que se encuentra en la pared.
— A pesar de ser un héroe, tiene mucho estilo — comentó Twice.
— Saori es muy elegante — agregó Toga —. Buenos gustos, Dabi.
— Silencio — dijo Tomura.
Logró interceptarla de frente. Tanto yo como los demás nos sorprendimos por la blusa que está usando. Es azul. Del mismo color de mis llamas. Ella jamás ha usado azul en su vestimenta, ¿por qué ahora sí?
— Buenas tardes, señorita — levantó la mirada de su celular para después ladear la cabeza. Suspiré profundo. Es como tenerla frente a mí.
— Buenas tardes — dijo con recelo. Guardó el teléfono en su pantalón — ¿Puedo ayudarlo en algo?
— Me gustaría conocer un poco de usted — dijo mi compañero.
— Quizá en otro momento.
— Me disculpo si la incomodé, es que es una mujer tan bella que desde el primer instante que la vi, se ha ganado mi atención.
— ¿Puedo matarlo cuando regrese? — pregunté.
— No. Es parte del plan. Silencio — dijo Kurogiri. Hice una mueca.
— Mire, señor...
— ¿Parezco muy viejo para que me llame señor?.
Nuevamente ladeó la cabeza.
— Pues supongo que tendrá algunos 32 años.
— Por supuesto. Ha acertado. ¿Sería una molestia conocer su edad?
— 21 años.
— Entiendo — la cámara bajó. Eso quiere decir que hizo una de sus fanfarroneadas —. Lo siento. No era intención mía propasarme ni ofenderla.
