XXXVII

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Al abrir los ojos, lo primero que mi vista capta al enfocarse, es un techo completamente diferente al que estaba hace un momento. Este tiene pintura blanca, el otro era sólo cemento. Lentamente me senté. Me duele todo el cuerpo. Llevé mi cabeza a la derecha para encontrarme con la pared, pero, al llevar mi mirada hacia la izquierda, lo veo ahí frente al espejo del tocador, sin camiseta.
Todo su brazo derecho, desde su mano hasta su hombro están cicatrizados y con grapas. Y de ahí sigue por su clavícula, cuello y casi su hombro izquierdo. De hecho, ese único hombro y parte de su brazo están libres de cicatrices pero el resto sí tiene cicatrices y grapas. Su tórax se encuentra en la misma condición. Me miraba por el espejo con suspicacia y esperando un comentario de mi parte.

Al llevar mi mirada hacia mi cuerpo me doy cuenta que estoy completamente vendada pero mis pechos son los únicos libres de vendas. Mis piernas están libres de tela, tengo vendas. Estoy en ropa interior. Por instinto llevé mi mirada a mi lado izquierdo, la sábana está arrugada. Durmió aquí. Durmió a mi lado.

— ¿Qué me hiciste? — pregunté a la defensiva. No es normal despertar en una habitación y cama ajena con un hombre que no conoces más allá de que es un villano.

— Al menos deberías darme las gracias — respondió él volviéndose hacia mí.

— ¿Las putas gracias? ¿Darte las putas gracias? — pregunté irritada. Odio a este sujeto.

— Sí.

— ¿Por qué debería hacerlo? Querías matarme.

— Pero no lo hice — dejó sus manos en el tocador. Estaba recargado en el mueble —. Sigues aquí. Sigues jodiendo.

— ¿Yo? ¿Yo estoy jodiendo? Eres el peor ser humano que puede estar pisando este planeta, Dabi — dije. Estoy tan fastidiada, de su presencia, de sus acciones, de sus palabras, de que soy una completa estúpida, que no pude salvar a Eri de las manos de Overhaul —. No tienes ni la más mínima puta idea de lo molesto que es para mí ver que estás cerca, tenerte frente a mí, oírte y saber que existes. ¡Me acosas, me hostigas, me tienes harta! ¡Haz cometido idioteces que me han metido en problemas! ¡¿Cómo sabés en dónde vivo o dónde me estoy quedando a dormir?! ¡¿Por qué siempre que doy vuelta a la maldita esquina te encuentras ahí?! ¡Todos los días me despierto y espero que estés muerto! ¡Espero que te mueras de la peor manera posible porque me tienes lo suficientemente harta como para poder desearte eso!

Tomó su camiseta, después de ponérsela tomó su chaqueta y salió de la habitación.

— ¡Dabi! — llamé en voz alta pero cerró la puerta de golpe —. Malnacido hijo de perra — mi ropa no está. ¿Dónde la habrá dejado ese idiota?

A duras penas, me levanté de la cama. Todo me duele y no me puedo mantener de pie tanto tiempo, así que, cada cinco segundos, me apoyo en la cama hasta llegar al tocador. Seguramente aquí tendrá ropa. Abrí el primer cajón, no hay nada. El segundo, tampoco nada. El tercero, hay un par de camisetas, tomé una.

— Eso no te queda. Deja — dijo él entrando a la habitación. Aún después de haberlo escuchado, saqué la camiseta para verla mejor pero la arrebató de mis manos —. Te dije que dejaras ahí. No son tus pertenencias. ¿Acaso los héroes no saben identificar lo que es suyo?

Torcí los ojos. Me mostró una pequeña caja de cartón.

— ¿Qué? — pregunté.

— Come. Dudo que puedas moverte por un buen tiempo, así que no dejaré que mueras hasta que yo decida cuando.

— No quiero comida, quiero... — me interrumpió metiendo la hamburguesa en mi boca.

— ¿No te duele la garganta de hablar tanto? Porque a mí me duele la cabeza. Come y cállate.

Bad Romance; Hawks x OC x DabiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora